La Gatera

Conejas

Alicia era un sueño a bordo de una furgoneta el año pasado...

Alicia era un sueño a bordo de una furgoneta el año pasado. Así me lo dijo Begoña, su madre, en medio de una gran tormenta de problemas habían decidido buscar a Alicia. Ella conducía una furgoneta prestada donde transportábamos los restos del naufragio de nuestro distribuidor que casi arrastra a nuestra empresa al fondo del mar.

¿Cuál es el mejor momento para quedarte embarazada? me preguntaba Bego. No hay duda, el mejor momento es el del deseo. No se me ocurre mejor medicina para los disgustos que la sonrisa de un bebé. Y Alicia se convirtió en el sueño de todos. En la esperanza por la que luchar, convencidas de que vendría (como ha sido) con un pan debajo del brazo. Por eso, cuando se mudó del país de los sueños a la barriga de su madre, la cuenta atrás fue colectiva. Casi como el embarazo. Embarazo entre manuscritos, portadas, viajes, presentaciones, ferias del libro y toda la parafernalia que tiene una editorial.

Les cuento todo esto a propósito de las desafortunadas declaraciones de la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, que ha afirmado que prefiere contratar  a una mujer de más de 45 o de menos de 25 años para evitar “el problema” de que se quede embarazada. Ya le vale... Declaraciones absolutamente collejeables, desde luego que sí. Pero en medio de este rosario de insensateces, pensemos una cosa. ¿Cómo puede soportar la “carga” del embarazo de una trabajadora una pequeña empresa, y cómo puede soportar la “carga” la misma madre?

Nosotras somos una empresa de mujeres que nos adaptamos a todas las circunstancias, modificando horarios y lugares de trabajo para compatibilizar vida laboral con vida personal. Pero somos una excepción, no suele ser así.

Si el Estado quiere que seamos madres (para fabricar pequeños productores de recursos para pagar las pensiones, no se engañe), es él el que debe ayudarnos. Tanto como si la futura madre es trabajadora o empresaria. Y no hablamos de que nos premien con 2.500 euros y una palmadita en la espalda por cumplir con nuestra labor de conejas. Hablamos de beneficios fiscales que no sean irrisorios, de guarderías gratuitas, de todos esos recursos que necesitamos las mujeres para que no tengamos que preguntarnos que qué va a ser de nosotras si deseamos ser madres, y para que mujeres como la señora Oriol no tengan argumentos para decir tales estupideces.

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