La Gatera

Ruido

Nunca hemos tenido tanta información a nuestro alcance y jamás hemos estado más desinformados...

En medio de este tornado de informaciones cruzadas que ha provocado la crisis del ébola, se me venía a la mente lo que decía el periodista Ryszard Kapucinski (muy recomendable su libro de relatos "Ébano" para entender el conflicto africano): "Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante".

Nunca hemos tenido tanta información a nuestro alcance y jamás hemos estado más desinformados. Y lo que es peor de todo, la información que sobre el ébola, o sobre cualquier otro tema se nos ha facilitado ha sido manipulada desde los foros más sagrados, cabeceras de periódicos de grandes tiradas y escasos escrúpulos, hasta tuiteros de ego enfermos de obesidad mórbida. He leído, visto y escuchado aseveraciones que iban desde culpabilizar a una pobre enfermera hasta el punto que parecía que la mujer estaba deseando contagiarse, hasta jurar que todo esto es una maniobra del Club Bilderberg para terminar con el paro y alta densidad demográfica en los países del Tercer Mundo. De locos.

Hoy es el Ébola, ayer era otra cosa y mañana vaya usted a saber. Pero el ruido que hacen las voces, imposibles de diferenciar, como hacía Antonio Machado, de los ecos, apagan la verdadera información. La que normalmente se diluye entre tantas teorías de conspiración.

Y lo peor, acudimos como las pobres perdices al reclamo asesino. Alguien grita asesino señalando a cualquiera, y somos capaces de caer sobre el señalado y devorarlo sin preguntarnos quién es, a quién ha matado, y si es verdad todo ello. Información que fluye versus información contrastada. Queremos saber pronto, aunque lo que sepamos sea mentira. Ruido, mucho ruido, que no haya un segundo de silencio para que no tengamos la terrible tentación de pensar y reflexionar.  Vade retro sentido común. Para qué esperar a que se imprima el periódico esta madrugada, si hay voceros regando de podredumbre nuestros oídos y encima gratis, a golpe de pantalla del teléfono. Mientras esperamos el autobús, o nos ponen el café. Engullimos este fast-food de seudo periodismo con el voraz apetito del que nada le importa.

Ruido, ruido, ruido... Y mientras... el silencio de los muertos.

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