Lo que queda del día

Una copla para Montoro

Dicen que Pelayo le ha puesto las cosas claras al ministro, que se devolverá lo que se debe, pero no a cambio de más recortes, aunque pesa haber cedido parcela a Mamen Sánchez, a la que ya ven como candidata, no como diputada

Me pongo frente al televisor, con menos predisposición que en años anteriores, a presenciar la final de agrupaciones del Teatro Falla. Hay sobredosis de himno, cantado con euforia contagiosa, como si nos hubieran arrebatado la autonomía, o la acabásemos de recuperar. Debe ser por lo segundo, puesto que no advierto -todo debe formar parte de un pasado muy remoto- ni una sola crítica a la Junta, su gobierno o los ERE en las letras de las doce agrupaciones de la noche, a excepción del coro de Julio Pardo, pero ése no cuenta, de puro convencimiento. Al final va a ser verdad que quien se ríe de los perennes ocupantes de San Telmo se quedan sin galas de verano y sin salir en los resúmenes del canalsur, aunque sólo sea, también, de puro -y obligado- convencimiento.

Supongo, en cualquier caso, que este año debe haber bastado con mirar al Gobierno de Rajoy para encontrar inspiración suficiente para varios repertorios -han hecho méritos más que suficientes-, y hasta para hacerle una chirigota a su medida, y que con Susana Díaz no hay aún la misma confianza que con Teófila para hacerle el chiste o la gracia o enmendarle la plana, pero me niego a creer que haya autores que no la encuentren -la inspiración y los méritos- casi a mitad de camino entre Cádiz y Madrid, hasta para hacerle incluso su propia chirigota, o cuando menos un cuarteto.   

En Jerez, ya lo saben, el Carnaval no es cita preferente, incluso ha terminado reducida este año a fiesta de disfraces y actuaciones para niños -por crear cantera y para no pecar de esaboríos con poco que ofertar, quiero pensar-,  unida al empeño de algunos aficionados y el recuerdo aún presente de aquellas grandes comparsas dirigidas en los noventa por Miguel Ángel Romero Lara, caso de Durse y reondos o los Grumetes gaditanos, con la que llegó a la final del concurso, pero que tampoco terminó por engendrar raíces ni por contagiar el afán carnavalero que sí empezó a cultivarse durante aquella década en otras poblaciones de la provincia. Cuestión de idiosincrasia: Jerez, según para qué cosas, intuye más cerca a Sevilla que a Cádiz.

También se intuye que no estamos para bromas, ni mucho menos para coplas de febrero, por mucho que se agradeciera ahora el pellizco del pasodoble de una comparsa dedicado a Montoro -no al pueblo, sino al ministro-, aunque sólo fuera por el desahogo, y para recordarle algo de los recortes, los ajustes y los sacrificios que lleva haciendo Jerez desde hace dos años sin que se haya prestado a concesiones o beneplácitos, más allá de mostrarse magnánimo cuando el Ayuntamiento pujó por los nuevos planes de pago a proveedores sin haber cumplido con las devoluciones del anterior.

De momento, no sabe, no contesta; mucho menos al compás de una copla. Dice Joaquín del Valle que “está siendo cruel con Jerez”. No parece, en todo caso, que sea por fijación, sino por antipatía -la que nos provoca-, ya que hasta ahora sólo le ha prestado atención a la ciudad para ayudarla a endeudarse más, hasta el punto de no establecer reparos a los más de 400 millones que necesitaba el Consistorio para ponerse al día con los proveedores sin plantearse siquiera si las arcas municipales iban a soportar su devolución, más los intereses, en un plazo de diez años.

Dos años después resulta evidente que no y la alcaldesa ha vuelto a llamar a su puerta a ver si esta vez se deja caer; aunque, de momento, eso es algo que, a lo sumo, sólo hace después de comer, si es que le queda tiempo. Dicen que Pelayo le ha cantado, no una copla, sino las cuarenta, y que le ha puesto las cosas claras: que el Ayuntamiento va a devolverle a los bancos lo que les debe, pero no a cambio de “más recortes” o “subidas de impuestos”, que se supone que es lo que tendría que hacer en estas circunstancias -o lo que le ha insinuado el ministro-, sino renegociando la mejora de las condiciones de devolución -que también se las pudo plantear hace dos años en vez de dar la patada hacia adelante-. No debe haberle ido tan mal, aunque haya sido a costa de cederle protagonismo a Mamen Sánchez, a la que han dejado de ver como diputada, para hacerlo como candidata a alcaldesa.

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