Lo que queda del día

El informe de dos lecturas, o más

Cuentan que el informe de la UDEF estaba en enero y se ha aguardado a que pasara el congreso del PP para divulgarlo. El propio informe desmiente esa versión, pero ya sabemos que hay cosas que no ocurren por casualidad

Cuentan las malas lenguas que el informe de la UDEF estaba listo desde finales del mes de enero, pero que se ha esperado a que pasara el congreso regional del PP andaluz para filtrarlo y que las agencias lo trasladaran a la opinión pública. El propio informe contradice esa versión, puesto que tiene como fecha de entrega el 28 de febrero, por lo que habrá que dejar la cuestión en leyenda urbana, si bien tengo por bastante fiable a la fuente del rumor y, como es sabido, en política no ocurren las cosas por casualidad.

De una u otra forma, el orden de los factores no altera el producto. Lo que cuenta el informe es lo que cuenta. El problema es que hasta ahora sólo sabíamos del informe a través de terceros. Si alguien le ha dicho que lo ha leído, probablemente le habrá mentido. Tampoco es tan accesible. De hecho, cuento con los dedos de las manos las personas que lo han hecho, y más de la mitad hasta el mismo viernes no tenían ni idea de cuántas páginas lo componían.

Pero, como digo, lo que cuenta el informe es lo que cuenta y, a partir de ahí, lo que encontramos son diferentes lecturas sobre un mismo texto, todas ellas interesadas, y puede que por el mismo motivo desvirtuadoras de su conjunto. No voy a defender lo que interpreten unos u otros, porque ante un asunto tan delicado se hace prudente tomar cierta distancia y eludir los apasionamientos para captar la auténtica magnitud de los hechos. Hay, por supuesto, claves relevantes -las relativas al proceso de adjudicación de los contratos, evidentemente-, y lo único que cabe en estos momentos es pedir explicaciones ante las mismas; pero, todo lo demás, como diría Cabrera Infante, “es literatura”, y de la mala en este caso. 

El martes, cuando empezaron a producirse todo tipo de reacciones a la noticia, alguien me llamó para preguntarme qué me parecía la que se estaba montando, y no pude ocultarle mi decepción personal -con la clase política, por supuesto-. “¿Qué esperabas?”, me corrigió, más que cuestionarme. En realidad no esperaba otra cosa; de hecho, todos siguieron más o menos el manual, pero ya que los propios implicados no paran de rasgarse las vestiduras cuando se habla de la “desafección” de la política entre los ciudadanos, deberían echar la mirada un poco hacia atrás y ver si aprecian en qué medida siguen contribuyendo a que eso sea así.

¿Qué esperaba?, o ¿qué cabría esperar?; pues, para empezar, explicaciones convincentes y una mayor madurez en el ejercicio de las responsabilidades de quienes han salido elegidos en las urnas -todos-: El PSOE ha tardado cinco días en pedir una comparecencia pública de la alcaldesa, y el Gobierno local los mismos en anunciar que lo hará de forma voluntaria y ante el pleno. Hasta entonces todo ha sido reivindicar la legalidad del procedimiento -quedan vendedores de enciclopedias puerta a puerta más convincentes-, lanzarse ofensas -algunas un tanto bochornosas y verduleras- o pedir la dimisión de la alcaldesa, que viene a ser como disparar y después preguntar, con notable atrevimiento incluso por parte de Foro Ciudadano, quien hasta hace unos días pedía la continuidad en el pleno de sus concejales condenados a penas de cárcel -eso sí que es no tener complejos-.

Sí. Todo lo denunciado en el informe, una barbaridad, un insulto, pero cuando el Tribunal Superior de Justicia de Madrid le dijo al PSOE que no era el órgano territorial competente para atender su denuncia, optó por guardarla en un cajón en vez de acudir a un juzgado de la ciudad a presentarla de nuevo -han pasado ya casi tres años desde entonces-, que es lo que habría hecho cualquier otro ciudadano ante un asunto particular, o cualquiera que albergara dudas en torno a la legalidad de unos hechos, más aún si se trata de fiscalizar una labor de gobierno.

Ahora nos invitan a que nos escandalicemos con ellos, a subrayar el nombre de Gürtel ante Pelayo como el que le cita a un turista perdido el nombre de Drácula en los Cárpatos una noche de invierno. Supongo que les estimula la puesta en escena, pero a mí me basta con que me den explicaciones, con entenderlas y con la distancia suficiente para saber que no me están contando un cuento.

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