Matrícula de deshonor

Santos e inquisidores

Es triste leer los distintos comentarios vejatorios sobre lo que se observa en las imágenes, apoyados de contextos desconocidos y prismas de patio de vecinos

Publicado: 28/05/2018 ·
11:14
· Actualizado: 28/05/2018 · 11:14
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Un vídeo de una pareja en una calle de la aldea de El Rocío en pleno acto sexual se ha hecho viral en los días pasados: ella vestida con traje de gitana o flamenca y él de rociero, corto o campero, convertidos en el nuevo entretenimiento de las redes sociales, llegando a situaciones que pocos podríamos imaginar. El impacto que ha tenido esta pareja llega a extremos desorbitados, donde todo Cristo, con o sin piedras, se ha permitido el lujo de dar rienda suelta a su imaginación, sacando las conclusiones más inverosímiles.

Los mensajes vía WhatsApp se han ido alimentando del morbo de los distintos grupos y nutriéndose con nuevas historias que se han aportado desde diferentes perspectivas y con supuestos finales que han ido adquiriendo una dimensión fantasiosa digna de estudio: nombres y apellidos, teléfonos, familiares, aficiones o actividades laborales, toda una investigación minuciosa para exprimir al máximo los hechos, sin pensar en las tremendas consecuencias que podrían acarrear, y que según los absurdos procesos de investigación, ya han acarreado.

Es triste leer los distintos comentarios vejatorios sobre lo que se observa en dichas imágenes, apoyados de contextos desconocidos y desde prismas de patio de vecinos. Guerras campales en los foros entre diferentes pensamientos han vuelto a dejar clara evidencia del poder que ejercen sobre la sociedad las nuevas tecnologías y el grado de estupidez con el que son utilizadas; tras una pantalla de ordenador no se puede sentir el dolor ajeno, sobre todo si se carece de empatía. La hipocresía sigue reinando en esta puñetera sociedad, en la que no dudamos en despellejar al más pintado por el mero hecho de lograr mayor protagonismo y conseguir esos ‘me gusta’ necesarios que calmen las ansias de sentirnos importantes. Es vergonzoso que una persona aproveche esta situación para grabarlos y exponerlos al coliseo... a sabiendas de lo que atrae la carnaza de esta índole. Cierto es, que quien se expone de esta forma, se arriesga a que algún desalmado saque partido, pero no es justo!!!! Y una llamada de atención o una denuncia hubiesen bastado para corregir dicho comportamiento, pero no era el fin.

Deben existir límites bien definidos que controlen estas situaciones tan desproporcionadas que atentan contra la libertad, no sólo de los protagonistas, también de sus seres cercanos, que no merecen tanta humillación. Está claro que el ‘papismo’ se desborda de cara a la galería, y salen santos e inquisidores con antorcha en mano y la hoguera preparada, a espera de un nuevo tema que morder. Particularmente, he sentido vergüenza ajena por todo lo ocurrido y espero que se tomen las acciones pertinentes y sirvan de ejemplo para el futuro.

 

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