El nuevo Doctor Honoris Causa fue objeto de una larguísima ovación de un público que llenó el Aula Magna en ocasión tan solemne, en la que resultó especialmente emotivo el canto emocionado a Jaén, a su madre o a su pueblo. Las tres intervenciones del acto fueron especialmente lúcidas y significativas. La laudatio del profesor Faramiñán, impecable, presentando a un profeta en su tierra. Y el rector, Manuel Parras, complacido de distinguir a un jienense de tanta proyección. Un acto entrañable que Garzón merece con independencia del momento escogido, pues como decíamos ayer a Garzón, como a todos los mortales, hay que juzgarlo no por unos cuantos errores sino por su larga trayectoria y su firme compromiso.
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