Francisco Aurelio Dávila Rosso
Normalmente acostumbro a escribir mi correspondencia en un papel especial y con mi estilográfica, pero hoy he decidido escribir mis líneas a través de este periódico en ésta mi sección.
La Navidad nos ha invadido con gran fuerza y ya estamos, desde hace días, inmersos en una dinámica que no nos deja escapar y que nos hace esclavos de su tradición, aunque sé que en tu mente ya anda fraguándose tu eterno pensamiento
¿Qué pasa con el teatro? Aún no tenemos noticias de la próxima temporada de El Puerto de Santa María, pero a juzgar por la que ha terminado hace poco, la cosa no pinta demasiado bien.
Como ya comentábamos hace unos días cuando nos vimos, es una pena que una ciudad como es la nuestra, cuna de Alberti y Muñoz Seca, no cuente con un cartel y una programación a la altura de lo que merece.
Podría entender que nuestro Ayuntamiento quisiese traer a grupos independientes, vanguardistas y en pleno nacimiento pero, solo estaría justificado si tuviésemos varios teatros y viniesen también numerosas obras de actores de reconocido prestigio y que sean identificables por el gran público.
Nuestra tierra debería ser un estandarte a nivel teatral, y más aún teniendo en cuenta, que cuando la obra lo merece, el respetable portuense responde completando el aforo del Teatro Pedro Muñoz Seca. Sé que te encanta acudir a ver cada representación y que al igual que yo, tampoco llevas bien el saber que de haber alguna pieza buena en la programación se podrán contar con los dedos de una mano y a veces ni tan siquiera las hay. ¡Qué lástima de nuestro teatro!
Luego nos dirán derrotistas pero la verdad es que no podemos piropear a un edificio que hasta hace unos días se inundaba durante las lluvias y se llenaba de goteras y en el cual solo se ven al año una o dos representaciones de calidad óptima.
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