Los políticos socialistas se van a poder ir de vacaciones sabiendo a quién le entregan su confianza para aspirar a suceder a su actual líder andaluz, José Antonio Griñán, parece que decidido a poner fin a su carrera. El proceso de primarias no ha estado exento de polémica, y la experiencia servirá para poner en cuestión la fórmula, que en sí no es mala, aunque democráticamente sea susceptible de mejora. Desde el punto de vista práctico las primarias han deparado para el socialismo jienense abrir una nueva etapa, superado el tiempo político en el que la relación con Griñán no ha sido fácil, todo lo contrario, ha sido turbulenta para la ejecutiva provincial liderada por Francisco Reyes, que ha pagado caro en el partido y en el gobierno de la Junta su posición crítica, los celos por su histórico papel y por supuesto su relación con nombres sonoros del socialismo que tuvieron el máximo poder y a los que ahora tratan de borrar del mapa. La decisión del ‘aparato’ del partido en Jaén chocó inicialmente porque era difícil entender que a la principal colaboradora de Griñán en el gobierno se le colocara alfombra roja y por fuera de la neutralidad oficial los principales responsables del PSOE hayan optado por avalar a Susana Díaz, que no ha dudado en valorar la importancia del PSOE jienense. Aquí todos ganan, ella un respaldo significativo que le ofrece bastante tranquilidad, y Reyes el camino expedito para recuperar el peso político perdido que planteaba un escenario comprometido. No nos importan lo más mínimo las peleas internas, pero sí, y mucho, que deriven, como ha sido el caso, en un castigo para Jaén.
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