Sin embargo, parece que hay demasiados intereses ocultos en provocar su caída con todo tipo de informaciones (aunque quizás con pocos documentos que las avalen y sí con excesivas filtraciones, que es lo que las hacen más sospechosas) que tienden a incidir en la debilidad de la empresa y en todas sus supuestas irregularidades. Y cuando existe una sintonía de estas características, donde sólo prevalece lo negativo y en ningún momento se busca o se presenta una alternativa a la actual situación de Nueva Rumasa, la duda que se crea es quién y por qué está interesado en que pueda caer, a pesar de que en su caída pueda arrastrar a muchas miles de personas.
Pero también en esta cuestión es responsable directa la propia Nueva Rumasa, que está centrando sus objetivos en salir públicamente en los medios afines no para dar explicaciones, sino para vender el mismo y casi único mensaje de que “no pasa nada” y que debe imperar la “tranquilidad”. Y está bien intentar calmar los ánimos, pero la situación requiere también otro tipo de explicaciones que, por el momento, no se están dando y que deberían ser la prioridad de la dirección de la empresa.
Y es que si se buscan soluciones y alternativas, la primera interesada en hallarlas debe ser la propia empresa y respetando la confidencialidad de las gestiones que estén desarrollando (y que lo están haciendo) deben salir a la palestra para dejar claro que se mueven, que quieren solventar el problema con acciones concretas y, en muchos sentidos, que no van a estar dispuestos a que intereses de determinados grupos de presión ayuden a hundir este proyecto con sus ataques indiscriminados.
Porque o Nueva Rumasa reacciona o cada día será más difícil hallar una salida no sólo para ella, sino para todos los que ahora mismo componen este holding.
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