Nada de objetar a la denominación y ni siquiera a la forma en que se ha tomado el acuerdo, en la Junta de Gobierno Local y no mediante un método más democrático y abierto para escuchar, el menos, otras sugerencias.
Sin esas objecciones habrá que estar al menos hasta mediados del mes de junio del año que viene, porque si bien lo normal es que los nombres recuerden grandes gestas de las ciudades y los países y así se espera gracias al presumible éxito del evento, también puede demostrarse un fracaso y haya que quedarse con el nombre de un Trafalgar cualquiera.
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