Provincia de Cádiz

La crisis sanitaria pone a prueba la madurez de la sociedad

Los errores de los gobiernos abonan el terreno para los populismos. Pero los expertos ahuyentan los temores: estamos mejor preparados de lo que muchos creen

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  • La pandemia introducirá cambios en nuestros hábitos sociales cuya intensidad depende de tener vacuna y el tiempo que dure, por tanto, el miedo al contagio. -

El tono del debate político aumenta conforme descienden los contagios y las muertes por coronavirus. La crisis sanitaria ha recrudecido la pugna ideológica y, a estas alturas de confinamiento, la idea generalizada es que se “está haciendo política con la pandemia”. “Los sesgos de percepción de los votantes más ideologizados son el carburante que necesitan algunos para poner en marcha las campañas de radicalización de las posturas políticas”, señala Juan Miguel Becerra, doctor en Ciencias Políticas. Y, aunque asegura que es más el ruido que se está escuchando en redes que el que se vive en la sociedad en general”, advierte de que el gran debate que se abrirá en los próximos meses tendrá que ver más con la debilidad de los estados para hacer frente de manera individual situaciones excepcionales como la que vivimos y, sobre todo, a la utilidad de Europa como organización en tiempos de crisis.

“Muchos españoles han pasado a la acera de los euroescépticos vistas las declaraciones de algunos responsables comunitarios sobre la responsabilidad de países como Italia o el nuestro”, añade.

“Parece que Manneken Pis estuviera apuntando en dirección hacia el sur hace tiempo”, ironiza, por su parte, Rafael Rodríguez, profesor del área de Filosofía del Derecho y subdirector del Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas (Lippo) de la Universidad Pablo de Olavide (UPO). Y afea que “la presunta Europa civilizada aconseja reservar las UCI a los jóvenes o se pone a dar lecciones moralistas, al mismo tiempo que estimulan la evasión fiscal en sus Antillas”. Todo esto, remarca, alimenta el populismo. Por eso, reclama una Unión Europea sólida y socialmente fuerte. “Si hay gobiernos que no quieren eso, habrá que aplicar realismo”. Plantea un Plan B, que preserve los intereses españoles, aunque todo habrá que hacerlo en condiciones poco propicias.

El Gobierno  ha mostrado su incompentencia, y hasta puede que haya conductas susceptibles de ser dilucidadas en sede judicial, pero la oposición ha evidenciado su carencia de empatía con los españoles y una preocupante inanidad intelectual”, afirma, al tiempo que lamenta que falte “una derecha responsable y una izquierda que defienda la unidad nacional como estado social fuerte”.

En cualquier caso, Becerra indica que la vuelta a la normalidad en las próximas semanas determinará cuánto ha afectado a nuestro sistema parlamentario la nueva situación creada por coronavirus. “En EEUU, algunos gobernadores demócratas han cuestionado la autoridad del Gobierno federal para decretar las medidas de confinamiento. En España lo hemos vivido igualmente con los gobiernos vasco y catalán principalmente; los parlamentos nacional y autonómicos han decaído lógicamente en su actividad, pero no han dejado de estar activos”.

Rodríguez niega, del mismo modo, que podamos hablar “de golpe de Estado, Gobierno socialcomunista y desvaríos de este tipo que nada tienen que ver con la realidad”, pero considera fundamental que, por un lado, “las instituciones representativas vayan cumpliendo su misión de control progresivamente y los poderes, especialmente el judicial, cuente con los recursos para hacer su trabajo” y, por otro lado, “la ciudadanía pueda y deba exigir responsabilidad al Ejecutivo y a la oposición”.

Al respecto, Becerra aclara que “todos los estudios afirman que la mayoría de los españoles sigue confiando y da más veracidad a la información que les sirven los medios de comunicación tradicionales, entre los que se encuentra la prensa, a la información o memes que les llegan por redes sociales”. Este es un dato que, como subraya, “nos dice que la sociedad española está más madura de los que algunos creen”. Una buena noticia, porque España se enfrenta a una crisis muy grave que perjudicará especialmente a los más jóvenes, dificultará su emancipación y reducirá la natalidad. “Se reactivará nuevamente la solidaridad intrafamiliar” para salvar el trance.

Pero Becerra es optimista. “Hay margen para una recuperación de buena parte del tejido empresarial y laboral”. Y vaticina nuevos nichos de empleo, como el vinculado a la ayuda a domicilio, que garantiza un trato y un cuidado más personal y humano que el que se ha visto en residencias de mayores, en palabras de Rodríguez, “que han tratado de mercantilizar el cuidado familiar con las administraciones”. 

El profesor de la UPO remarca, en este sentido, que “hay que respetar a nuestros mayores; su memoria, su conocimiento es muy importante para tomar buenas decisiones”.

“España ha contemplado atónita las oleadas de fallecimientos en estas residencias y exigirá mecanismos de control en este sector”, reflexiona Becerra, quien insiste en que “los números de muertos por coronavirus han sobrecogido a todos”. “Esta herida no cicatrizará rápidamente en la sociedad en general y menos aún entre quienes hayan perdido a alaguno de sus miembros en esta pandemia”, concluye.

Contra el recorte de derechos

Rafael Rodríguez alerta de las aplicaciones que quieren imponer algunos países para controlar movimientos con el objetivo de reducir contagios. “Estaríamos ante una intromisión muy grave en derechos fundamentales que han costado esfuerzo y sangre obtener y que nos pretenden arrebatar”, opina. “Si alguien puede controlar nuestos movimientos, conocer al dedillo nuestras preferencias o meterse en nuestro salón, estamos en serios problemas. ¿De verdad queremos eso?”, se pregunta.

Volveremos a ser los de antes

Juan Miguel Becerra da por hecho cambios de hábitos sociales. “A corto -afirma- se producirá de manera intensa en el modo de consumir y convivir”. Esto, apunta, “nos hará más caseros y se tenderá a compartir tiempo más con amigos y familiares en casa que en bares o restaurantes y se comprará más online”. Pero “la memoria social no es muy consistente”. Volveremos a ser los de antes. “La duración de la etapa anterior a la vacuna determinará la profundidad de la herida social”, asegura.

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