Ha pasado 22 meses en la cárcel, en el módulo de respeto número 11 del centro penitenciario de Puerto III para cumplir su condena de dos años y diez meses de prisión por el caso ‘Asesores’ por ser colocado de forma irregular en sociedades municipales mixtas, pero aun así el político jerezano José López no se siente condenado, pero sí “un daño colateral” de una situación muy concreta “del poder judicial” dirigida contra el que fuera alcalde de Jerez durante 24 años.
Así lo ha asegurado este martes en una entrevista en el espacio El Templete de Ondaluz Jerez, la primera en televisión tras salir de prisión, quien siempre fuera considerado como la mano derecha del exalcalde Pedro Pacheco, con cuyo gobierno fue delegado de Urbanismo y asesor de 2003 a 2007. En este programa ha hecho balance de su situación actual, valorando desde su condena hasta su paso por la cárcel y sus planes de futuro, reiterando que tanto en su caso como en el del otro asesor condenado, Manuel Cobacho, se vieron salpicados por una actuación del “poder político” y del “poder judicial”. “Siempre me he considerado un daño colateral, como también considero a Manuel Cobacho; nadie iba a por Pepe López, pero sin embargo había quien iba a por Pedro Pacheco. Nadie le perdonó políticamente las veces que había ganado a los partidos grandes en Jerez y evidentemente a nivel judicial nadie le perdonó la celebre frase de la justicia es...”.
De igual manera, López, que el pasado 7 de junio terminó de saldar sus cuentas con la justicia, también resaltó que todas las denuncias y todos los casos “que se le han sacado” al ex alcalde, hayan surgido “después de 2003, cuando deja de ser alcalde; hasta 2003 que es alcalde no había surgido absolutamente nada durante 24 años. Todas las cosas han surgido como consecuencia de los pactos con María José García-Pelayo y Pilar Sánchez...también es casualidad, ¿no?”, llegó a decir.
Tenían prohibido hablar
También habló López de su relación con Pacheco en Puerto III, calificando de “leyenda urbana” cualquier pelea entre ambos. “Fuimos declarados incompatibles por el director de Puerto III y teníamos expresamente prohibido dirigirnos la palabra”, lo que hacía imposible que coincidieran en actividades fuera de los módulos de respeto en los que estaban como a la hora de ir a misa, a votar, o a las horas de gimnasia o de las clases de la universidad a distancia. Una situación que, asegura, no pidió ni él ni Pacheco ni se debió a una disputa entre ellos, pese a que reconoce que a día de hoy desde que entró en prisión no ha coincidido personalmente ni ha hablado con el exalcalde por teléfono “porque no he tenido ocasión”.
Tras su estancia en Puerto III, donde considera que “nadie debería entrar a menos que fuera por un delito de sangre”, reconoce que ha aprendido a valorar “las pequeñas cosas” y los detalles cotidianos con la familia y con los amigos, siendo lo más difícil el no poder abrazar a su familia en los momentos de comunicación y pasar casi 13 horas seguidas solo o con un compañero “metido en una celda de diez metros con una litera, un váter y una placa de ducha”.
Ahora se encuentra “perfectamente", pues como les decía a los técnicos de la junta de tratamiento del módulo 11, "mi hábitat natural es la calle, y me tenía que adaptar para estar allí no para estar fuera de Puerto III”, asegura de su paso por el centro penitenciario.
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