La Tribuna de Nertis

RIP

Escribo recordando que exactamente hace 20 años al levantarme encendí la radio y mi mujer y yo nos abrazamos llorando tras oír la estremecedora noticia...

Escribo recordando que exactamente hace 20 años al levantarme encendí la radio y mi mujer y yo nos abrazamos llorando compulsivamente tras oír la estremecedora noticia del asesinato de Alberto y Ascen. Nunca olvidaremos esa barbarie y ese dolor.

Los que nos dedicamos al mundo del Derecho hemos perdido en este mes de enero a dos de los juristas más grandes que ha tenido Sevilla en toda su historia. No nos cabe sino tenerlos en el recuerdo y expresar la más profunda admiración por su categoría inconmensurable.

Conocí a D. Manuel Olivencia como alumno allá por el año 80 en que asistí a esa clase que nos daba, la primera de la mañana, que desprendía un magisterio como profesor absolutamente inmenso. Explicaba el Derecho Mercantil tratando de hacerlo comprensible y próximo, pero siempre desde esa facilidad que hacía que sintieras admiración tanto por el profesor como por la persona. Tuve con él luego muy diversos contactos y esa admiración nunca dejó de crecer, unida al pesar por el fallecimiento de Luis, a quien tuve especial cariño. Su aportación a nuestra Universidad, a nuestra ciudad y a nuestro país jamás se la agradeceremos bastante.

Y Pedro Luis Serrera encarnaba para mí tantas virtudes que no me cabrían en muchos artículos. Era sin duda la persona que más Derecho sabía que yo haya conocido, combinada con la sencillez y la bondad que le adornaban, haciendo de él una persona totalmente insuperable.  Era también toda una autoridad en materia de Teología, como en todo aquello que se propusiera porque su privilegiada inteligencia y capacidad de trabajo eran inigualables. Supo poner todo ello siempre al servicio del Estado español, al que entregó su vida profesional y al que defendió siempre dejándose la piel, acompañado por su adorada y maravillosa Rosa, a quien repito un enorme abrazo desde aquí.

Era capaz de ocuparse de los más insignificantes juicios porque decía que había que hacerlo todo. Era desde su gran timidez enormemente cercano. Cuando nos preparaba como opositores, cuanto le pagábamos era para las hermanitas de los pobres. Desde ese número 1 que obtuvo siempre en cuanto hizo, era a su vez absolutamente humilde en todo.  En fin, una persona absolutamente irrepetible de una magnitud infinita.  

Nunca os olvidaremos, añorados maestros.

 

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