El Jueves

Los Reyes son los niños

La perspectiva del tiempo siempre te hace ver algunas cosas de otra forma. Aunque ese tiempo sean sólo 24 horas, el que ha transcurrido desde que vi la Cabalgata hasta que me siento ante la pantalla a escribir estas líneas...

La perspectiva del tiempo siempre te hace ver algunas cosas de otra forma. Aunque ese tiempo sean sólo 24 horas, el que ha transcurrido desde que vi la Cabalgata hasta que me siento ante la pantalla a escribir estas líneas. Todo, absolutamente todo en estos días, debe tener un único objetivo: conservar la ilusión de los niños a través de la contemplación directa de la imagen de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, en quienes los pequeños confían a pie juntillas.

Pero claro, si empezamos con los inventos de nuevo cuño de esa progresía absurda en la que vive nuestro país o en esas otras rarezas o salidas de tono que nos muestra la Cabalgata de Sevilla, la ilusión que debemos conservar en los más pequeños (y en muchos mayores, como es mi caso) comienza a diluirse, por no decir a perderse.

Lo de Carmena en Madrid es absolutamente infumable. ¿Pero de qué iban vestidos Melchor, Gaspar y Baltasar? ¿Son acaso adelantados carnavaleros en el tiempo? ¿Qué van a dejar para las charangas de febrero? Esta señora y sus secuaces se equivocan al jugar con algo tan serio como la ilusión de los niños. Esta señora confunde culos y témporas. Olvide la política y sea más coherente con toda su ciudad, no con la ciudad de unos pocos.

En Valencia, las Reinas Magas son de traca, muy de aquella zona. Más que otra cosa, eran el vivo retrato de las fulanas del saloom del lejano oeste (que no oriente). ¿Qué pensarán sus hijos? ¿Serán niños que nunca han recibido juguetes en estas fechas? ¿Serán, por tanto, niños infelices?
Y para rematar estas líneas, nos toca en suerte en Sevilla un Rey Mago de color… De color rojo nervionense, que confunde algo tan serio como la Cabalgata con el palco de su estadio. Majestad, sobraban las bufandas y las banderas. Los caramelos tienen un pase, pero no más. Se ha ganado usted la enemistad no sólo de la media ciudad bética sino de muchos sevillistas como yo que entendemos que la tarde del 5 de enero no es para reivindicar nada.

El Ateneo debe dejar algunas cosas claras para no llevar a la confusión. El que paga no es el que manda. Y ya puestos, darle una vuelta a otros aspectos de la Cabalgata: reconvertir la charanga ordinaria de los beduinos en el acompañamiento de Sus Majestades; prescindir de tanto libre paseante con credencial (esos que están en todos sitios siempre) que va saludando al público y por supuesto poner coto y límite a la edad de muchos y muchas que van subidos en las carrozas.

Que los Reyes, insisto, son los niños. No lo padres ni los abuelos.

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