La Gatera

Orgullo cateto

Los que me conocen saben que no tengo televisión al uso. De ésas que usted le da a un botón se enciende y empieza a escupir tonterías sin posibilidad de moverse...

Los que me conocen saben que no tengo televisión al uso. De ésas que usted le da a un botón se enciende y empieza a escupir tonterías sin posibilidad de moverse. Yo, a través de mi tablet veo algún que otro programa, más a la carta que otra cosa, más como una radio a colores, como decía mi querido Robles, que algo estático. Aunque de vez en cuando el demonio de la tentación me dice que instale una antena para que ese cuadro negro que hay en el salón cogiendo polvo, me ponga en imágenes lo que los amigos me cuentan, enseguida ocurre algo que me barre todas las tentaciones. El pasado sábado, mientras marujeaba en mi casa y buscaba algo que me sirviera de banda sonora del trapo, salió un concurso en el que con pocas letras tenias que adivinar una definición.

El odioso presentador, un tipo histriónico, con una desagradable voz impostada y convencido de que era Billy Cristal en los Óscar, le preguntaba al concursante el nombre del “pan menos listo”. Como servidora es adicta a los crucigramas me enganché. Con las letras facilitadas no me cuadraba una "boba" que era lo único que se me ocurría, así que me quedé esperando a ver cuál era la respuesta correcta. Después de mil luces y sonidos que volverían epiléptica a la misma momia de Tutankamón, cuál no sería mi sorpresa al leer en la pantalla que la respuesta era pan “cateto”.

¿Cateto es menos listo?  Mal vamos.
Servidora nació en Coria del Río y está recriada en Marchena. Pero no hablemos de mí, porque como dice un buen amigo, una cosa es ser de pueblo y otra pueblerino.

Y mire usted, señor guionista de un patético concurso de televisión que se cree que es Orson Welles, ni una cosa ni la otra son sinónimos de ignorante o “menos listo”.

Podría llenarle este artículo de miles de nombres de eruditos que nacieron en poblaciones de menos de cinco mil habitantes, pero para eso están las enciclopedias. O también le puedo hablar de la sabiduría de la gente de los pueblos y su lucha por conseguir que sus hijos vengan a la ciudad a estudiar en la universidad, sabiendo que les proporcionan un futuro mejor… Pero todo eso sería un esfuerzo inútil. Gente como usted son simples como el pan, ese pan que usted no sabe ganarse, sea de pueblo o del precocinado.

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