La tribuna de Viva Sevilla

La Biblia de Gutenberg

De los dos ejemplares que existen en España de esta Biblia, uno de ellos -incompleto, pues sólo es el volumen correspondiente al Nuevo Testamento- se custodia en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, a la que llegó hacia 1770, cuando los fondos de la Compañía de Jesús pasaron a la misma.

La Biblia de Gutenberg, también conocida como Biblia de las 42 Líneas, y como Biblia Mazarina, por el ejemplar que perteneció al Cardenal Mazarino, fue impresa por Johann Gensfleich, llamado Gutenberg, en 1454, en la ciudad alemana de Maguncia. No era el primer texto impreso, pues ya en la década anterior habían visto la luz pequeños impresos como bulas y calendarios, realizados con la imprenta de tipos móviles, pero sí el primer libro propiamente dicho. Y, por supuesto, el primer libro impreso tenía que ser el libro por antonomasia: la Biblia.

Las condiciones que se daban en la Europa de mediados del siglo XV, particularmente el aumento de la demanda de textos como consecuencia de la expansión de las universidades, propiciaron la búsqueda de técnicas que permitieran la producción de ejemplares múltiples de textos. Más que el mecanismo de la impresión, que en realidad era conocido, la innovación que aportó Gutenberg fue la técnica de producción de tipos metálicos móviles con una aleación adecuada (antinomio, plomo y estaño) y con un sistema que permitiera la justificación de los tipos para lograr una composición armoniosa de las líneas.


Hay que tener en cuenta que la imprenta, como arte mecánico e industrial, tenía que hacer la competencia al libro manuscrito, producto artesanal en el que a menudo, para las obras importantes hechas por encargo, se alcanzaban insuperables cotas de perfección. El primer libro impreso tenía que ser, por lo tanto, un libro perfecto, y en ese sentido hay que decir que Gutenberg alcanzó un éxito completo, pues aparte de ser el primer libro impreso, muchos opinan que es el libro más hermoso jamás impreso. En efecto, es extraordinaria la armonía en la composición de las páginas, columnas y líneas, siendo inapreciable a simple vista la diferencia de tamaño en los espacios entre las palabras y absolutamente perfecta la justificación de los márgenes. A ello se suma que en la Biblia de las 42 Líneas, igual que muchos de los libros de esa época, dejaron en blanco espacios para las iniciales, con objeto de que los propietarios contrataran a sus propios miniaturistas para que las adornaran en función de sus gustos.


De los aproximadamente 200 ejemplares que salieron de la imprenta de Gutenberg una parte lo fue en vitela y el resto en papel. Por otra parte, algunos ejemplares presentan variantes en la composición de las páginas y el número de líneas, cuadernillos con variantes en la composición de las páginas y el número de líneas.


De los dos ejemplares que existen en España de esta Biblia, uno de ellos, incompleto, pues sólo es el volumen correspondiente al Nuevo Testamento, se custodia en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, a la que llegó en torno a 1770, cuando los fondos de las bibliotecas de los centros de la Compañía de Jesús pasaron a formar parte de la biblioteca de la Universidad, que en aquellas fechas precisamente iniciaba su andadura como institución segregada del Colegio de Santa María de Jesús,  bajo el título de Universidad Literaria de Sevilla.


Viste al ejemplar sevillano de la Biblia de Gutenberg una encuadernación en holandesa, del siglo XIX probablemente, pobre pero digna. La decoración miniada de las capitales, sin llegar a la profusión y exuberancia de orlas que se prolongan por toda la página de otros ejemplares, es de un gusto exquisito y de una enorme elegancia.


La Biblia ha vuelto a la Biblioteca de la Universidad de Sevilla después de haber permanecido seis meses en el Monasterio de Santa María de las Cuevas, sede del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Aunque su estado de conservación es bueno, la detección de pequeños signos de deterioro decidió a los técnicos de la Biblioteca a solicitar al IAPH la realización de los estudios y análisis pertinentes y la intervención, si se estimaba necesaria, para detener posibles procesos de deterioro.


El diagnóstico del equipo de restauradores del IAPH confirmó la existencia de problemas menores de conservación, relacionados fundamentalmente con las cubiertas, la suciedad en algunas hojas y la pérdida de sustancias de sustentación en los pigmentos de algunas iniciales miniadas. Todo ello determinó la naturaleza de la intervención, limitada básicamente a la limpieza de todo el volumen, la reparación de las cubiertas y la fijación de los pigmentos. Se trata, por tanto, de una intervención menor, pero necesaria. A ello se suma la confección de una caja de conservación acorde con la importancia del ejemplar.

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