La escritura perpetua

La mano de Olvido

Olvido Hormigos vuelve. En un país alarmado porque muchos políticos ponen la mano, según los periódicos

Olvido Hormigos vuelve. En un país alarmado porque  muchos políticos ponen la mano, según los periódicos, Olvido se llevó la mano con la inocencia de una madura o la perversidad de una adolescente al lugar que el gran Luis García Berlanga denominó 'la sonrisa vertical', con mucho contoneo de mujeraza, en un vídeo que nunca se supo si iba dirigido a su esposo o a un portero de Tercera División, pero tampoco éso importa porque Quevedo ya lo había advertido en pleno Siglo de Oro: “algún día se arará con maridos en Castilla”. Olvido fue la musa mortal y rosa de los articulistas en agosto, cuando no hay nada sobre lo que escribir, y había pasado discretamente al olvido, ella baila sola, cuando se publica ahora la noticia de que protagonizará un concurso televisivo con Kiko Matamoros y Ana Obregón. Con estas cosas sí parece que Olvido aprovecha para lucrarse por una tarde de desmelenamiento con su melenón de concejala valiente.
     Pero Olvido Hormigos, desde luego, no es Amy Martin, que finalmente resultó ser Carlos Mulas con una minifalda de cuero negro. Mulas desdobló su personalidad y se convirtió en Amy, como don César de Echagüe se transformaba en 'El Coyote', pero Mulas, al parecer, se lucraba a sí mismo con artículos malos, que han dejado tocadísimo a Jesús Caldera, y el héroe a caballo por las praderas de California ideado en las novelas de José Mallorquí defendía a los necesitados.
     Pero el gran muladar en el que se ha convertido España lo protagonizan Luis Bárcenas y el PP. La historia del caso Bárcenas/Gurtel parecería nacida de un guión de Woody Allen si no constituyera un drama desgarrador en un país en el que se comienza a pasar hambre. España vive ya las necesidades y la atmósfera sombría de la post guerra, sólo que ahora es en un NoDo en color. Los ciudadanos confiaron mayoritariamente en el PP y en Mariano Rajoy para sanear el país y ahora resulta que el dinero público incluso se ha destinado a la organización de fiestas infantiles de cumpleaños para los hijos de la ministra Ana Mato. Esa es la metáfora cruel de España, un país en el que creció el AVE de la modernidad pero que ha mantenido la genética del Lazarillo de Tormes, que todos cultivan aunque nadie haya leído la novela. El Gobierno, la Corona, la política, el presidente, incluso la Real Sociedad, parecen manchados. Mariano Rajoy, como siempre, transmitió la impresión de querer aplazar el problema en su comparecencia pública para explicar el caso Bárcenas. Buscando el olvido. Pero ya está visto que el olvido vuelve.

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