La escritura perpetua

Amy

Amy Martin es rubia, esbelta, elegante, con unas piernas largas y delgadas, recubierta de cierto aire de misterio y glamour, como una princesa sueca

Amy Martin es rubia, esbelta, elegante, con unas piernas largas y delgadas, recubierta de cierto aire de misterio y glamour, como una princesa sueca. O Amy Martin es morena, risueña, con ojos negros/negrísimos de andaluza audaz y un lunar junto al labio como el que han lucido alguna modelo o alguna actriz de Hollywood. Amy Martin es atractiva y lista, seductora y con buena prosa en sus artículos de biempagá intelectual. Pero Amy Martin no existe.
     Amy hubiese causado sensación entre el grupo de escritores machistas y no machistas que cada tarde acuden al Café Gijón de Madrid para pegar la hebra durante horas y a mirar las piernas de alguna estudiante norteamericana que viene a hacer  una tesis sobre literatura española. Lo decía en el Gijón el pasado viernes un biógrafo de Francisco Umbral:
     -”Paco se hizo crítico de teatro de 'El Mundo' a principios de los 90, no porque le gustara o supiera de teatro, sino para intentar beneficiarse a alguna actriz a partir de una buena crítica”.
     Umbral hubiese ido, sin duda, detrás de Amy Martin, la articulista estadounidense de la Fundación Ideas, porque ya había escrito en 'La noche que llegué al Café Gijón': “La ninfa norteamericana suele tener la piel blanca y mate”. O sea, como Amy. La señorita Martin habría recibido de la Fundación Ideas, controlada por el PSOE, el encargo, no exento de cierto papanatismo intelectual, de “realizar análisis científicos y rigurosos de las cuestiones más candentes desde una perspectiva progresista”. Eso de decir “progresista” donde debiera poner “socialista” es una pirueta del lenguaje muy propia de algunos dirigentes del PSOE, que no han escuchado a algunos filósofos o economistas que sostienen que el término progreso se halla muy cuestionado en esta época de turbulencias de toda índole.         Amy ha publicado artículos por 3.000 euros que no han materializado en nada progresista, sino todo lo contrario, porque con su escándalo poético ha tapado el auténtico emporcamiento de la política y de las arcas públicas, que es el protagonizado por Luis Bárcenas, ese señor de Huelva, tesorero del PP y con 22 millones de euros en Suiza. Amy es una metáfora sucia, a Bárcenas le han dedicado artículos titulados “Al ladrón, al ladrón”. Bárcenas es el lado oscuro del sistema, si es que ya queda sistema. Pero el PSOE ha tenido poca suerte con Amy. Y menos la hubiera tenido Umbral, si finalmente Amy hubiese accedido a llevarlo a su apartamento y, como en los chistes de taberna, cuando se quitara el maquillaje hubiese aparecido Carlos Mulas con una minifalda de cuero negro.

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