Arcos, como cualquier municipio español, no dejó pasar desapercibida la alegría que supuso la noche del pasado domingo: el aplastante triunfo de la selección española de fútbol ante la de Italia por cuatro goles a cero, lo cual le valió a La Roja su tercera eurocopa y su tercer título consecutivo tras haber ganado el último mundial.
Al silencio casi sepulcral vivido en las calles durante las dos del partido, le siguió una auténtica caravana de vehículos que recorrió toda la ciudad, a golpe de claxon y de música a toda pastilla. Tal ruido estaba justificado, no así algunos actos vandálicos que se produjeron, por ejemplo, en el Barrio Bajo con la quema de varios contenedores.
Pero la euforia campeó a sus anchas en una noche de desmadre y desenfreno absolutos, con personas bebiendo algo más de la cuenta en los bares, con gritos de Viva España en todos los rincones, con calles enteras vestidas con banderas de la selección y con algún que otro chapuzón en la singular Cibelita, la particular recreación de la famosa fuente madrileña de La Cibeles.
Las manifestaciones de alegría y júbilo también se dejaron notar en numerosos establecimientos públicos, caso de Carrefour, donde se instaló una mesa que de algún modo simbolizaba el terreno de juego y el enorme partido a disputar entre dos grandes del fútbol europeo. Tanto desbordamiento de alegría no tuvo necesariamente un efecto negativo, pues apenas se registraron incidentes de gravedad, salvo, al parecer, algunas denuncias vecinales por los ruidos ocasionados por algún bar que tuvo hasta altas horas de la noche el volumen de la música algo más elevado que habitualmente, un pequeño altercado en La Cibelita y poco más.
Ahora la imagen es el triunfo incontestable de los españoles y su secuela de alegría que esta gesta ha dejado en la sociedad de nuestro país.
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