En este sentido, solicitó también a las autoridades que si autorizan este tipo de concentraciones de jóvenes que lo hagan “con las medidas de seguridad necesarias para que transcurra con normalidad”. Por el contrario, “si no las autorizan que pongan igualmente las medidas para impedirlas para que no le pase a nadie lo que le ha pasado a mi hijo”, dijo.
Sobre los hechos, contó que “a mediodía” del pasado viernes vio a su hijo “por última vez” y sobre las 21.30 horas del mismo día recibió una llamada diciéndole que el joven había sido apuñalado.
Según pudo saber Vargas a través de las personas que acompañaban a su hijo en ese momento, en el lugar donde se celebraba el macrobotellón había “demasiada gente” y se habían producido “varias peleas con palos”, por lo que tanto el joven como sus amigos se trasladaron a una zona “donde había menos gente, más tranquila”.
Sin embargo, relató siempre según la versión de los amigos del joven, “de pronto aparecieron dos individuos corriendo”, y fue entonces cuando uno de ellos “clavó un cuchillo en la rueda del coche” --del primo del fallecido-- y “siguieron corriendo”, pero en el camino estaba su hijo y “le clavó el cuchillo en el corazón”. Además, añadió que la ambulancia “tardó un rato en llegar” y lamentó que “igual si hubiera habido los medios necesarios a lo mejor se hubiera salvado”. Por su parte, la sección del Sindicato Profesional de Policías Municipales de España (Sppme) en el Ayuntamiento de Sevilla reconoció ayer que en lo que a la Policía Local hispalense respecta no había ninguna previsión de operativo especial para controlar la celebración del macrobotellón del pasado viernes en el Charco de la Pava, a pesar de que el evento había sido convoca do muchos días antes por las redes sociales. “Cuando hay una gran concentración de gente de estas características, se prevé que va a haber un consumo importante de alcohol, y debe haber unas condiciones de seguridad mínimas”, expuso. agencias
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