Hoy se invocará a Jesucristo más que ningún otro día del año, algo absolutamente en vano para quienes se sientan a cenar con un agujero de bordes dentados en el corazón a causa de alguna desgracia venida de la mano del hombre. La ausencia de un dios que en verdad tenga misericordia de quienes no merecen el espanto de la peor crueldad resulta manifiesta en muchas mesas de Nochebuena. Nadie nos explica desde un púlpito porqué el sumo hacedor de todo y de todos consiente asesinatos como los que hemos conocido de nuevo este año.
En realidad, algunos nos conformaríamos con que se nos explicara el motivo por el cual la especie animal al parecer preferida por dios sea (seamos) la de peor calaña de todas las que pueblan el planeta. Incluso, bajando el listón, al menos podría averiguarse por qué el sexo masculino resulta especialmente odioso a efectos de estadística criminal. Seis de cada siete asesinatos que se cometen en España tienen autoría masculina.
Por algún motivo no aclarado el hombre es más violento que la mujer. La causa, además, se ubica en la carpeta de tareas pendientes. No está de moda la genética cuando se trata de abordar los asuntos llamados ‘de género’. Hay preguntas sin respuestas. Y me preocupa que mientras se pone coto a la masculinidad más salvaje los roles masculinos estén siendo copiados por el otro género. Lo veo en los estadios de fútbol. En las tribunas parlamentarias. En las barras de los bares.
Pero esta reflexión no toca hoy. Hay un impulso criminal muy masculino (6 de cada 7) hacia el asesinato, ese es el tema de actualidad. Y no se me ocurre nada, porque creo más en lo genético que en lo fenotípico. En la marca que en la educación. Los gemelos tienen comportamientos increíblemente parecidos. Y los hijos de maltratadores repiten el esquema de manera espantosa, a pesar de haber vivido la peor experiencia.
No queda otra que castigar el crimen, aunque sabiendo que, por más dura que sea la pena, la simiente del mal seguirá germinando por causas a discernir. Acabaremos con el planeta y la escena final se parecerá muchísimo a la de Caín y Abel; eso sí, con un Código Penal en el que se recogerá la cadena perpetua y pena capital, aunque ya para nada.
Jesús de Nazaret, alguien realmente colosal por lo avanzado de sus ideas, fue asesinado muy joven (obviamente por otros hombres) y nos quedamos sin su explicación respecto a la manifiesta crueldad del género masculino. Muchas preguntas sin respuesta en las mesas de Nochebuena. Muchos rezos con efecto placebo.
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