El discurso de Rivera quiere descubrir España. Se puede resumir en “Somos españoles”. Claro que somos españoles. Son españoles hasta los que no se sienten españoles. Son españoles hasta los que quieren cargarse España.
El fenómeno de cómo el separatismo catalán ha unificado el sentimiento español no es nuevo. También se dio - quizá por vez primera- con la invasión napoleónica y más tarde en la crisis de derrumbamiento moral que produjo las últimas pérdidas coloniales del 98. Pero, en esta ocasión, se da en una España democrática durante cuarenta años seguidos -¡eso sí que es una novedad en nuestro país!-.
La España, que está colmada de éxitos económicos y deportivos, de los reconocimientos internacionales del 92 –Olimpiadas de Barcelona y Expo de Sevilla, tras el ingreso en la CE-, de nuevas estructuras políticas que han resistido los embates durísimos del terrorismo etarra y yihadista y hasta los ataques –en campo propio- de los políticos inmersos en casos tan continuados de corrupción, se tambaleó por el populismo que desató la aguda crisis económica que dislocó el sistema de partidos de la transición, dio alas al independentismo en Cataluña y produjo una crisis moral por la más que rechazable desigualdad que ha supuesto el distinto peso en el soporte de la crisis entra las clases sociales.
En esa ola se ha subido Rivera y lo quiso resumir en una frase que ha hecho fortuna: "Recorriendo España yo no veo rojos y azules, veo españoles; no veo jóvenes y mayores, veo españoles; no veo creyentes y agnósticos, veo españoles”. Es una copia de lo que dijo el entonces senador Obama en su famoso discurso en la Convención Demócrata de 2004: “Yo os digo esta noche que no hay una América liberal y una América conservadora –hay los Estados Unidos de América-. No hay una América Negra y una América Blanca o América Latina o Una AméricaAsiática –hay los Estados Unidos de América”.
La diferencia estriba en que el discurso de Obama no era a la contra sino para unificar el país, aquí no es para lograr una más que difícil integración en las estructuras estatales y sociales sino sólo para crecer en votos con el desafío separatista. Parece más necesario leer a Santos Juliá, Juan Pablo Fusi o a Álvarez Juncoque escuchar a Marta Sánchez para arreglar los serios problemas que tenemos sobre el tapete.
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