La tribuna de Viva Sevilla

Todo cambia para ser eterno

Aunque pueden parecernos reiterativos e iguales a los de otros años pasados, nada es igual...

Hoy es Viernes de Dolores y ante nosotros se abren así los días previstos para el gozo y el sentimiento.

Aunque pueden parecernos reiterativos e iguales a los de otros años pasados, nada es igual. El tiempo y los sentimientos se aliarán y nos llevarán a la confusión en la memoria y no sabremos si lo vivido, lo que estemos viviendo y lo que está por vivir  en estos días, guardarán necesariamente este orden tan aparentemente lógico, como a veces nos costará trabajo saber qué es nuestro, qué aprendimos y qué enseñamos.

¿Fuimos niños que casi jugando a Cruces de Mayo, a pasitos dimos forma a esta Hermandad que hoy cautiva y trastorna el barrio? O sólo somos el testigo histórico que se mantiene como referencia de nuestra familia dispersa en otros lugares y les posibilitamos volver aunque sólo sea ese día a tan significativas calles.

¿Éramos niños cogidos de la mano y aupados sobre unos hombros para ver mejor o somos esos hombros, o esas manos temerosas y protectoras?

¿Somos aquel cuya emoción por su primer capirote quedó empequeñecida cuando la superó la emoción de comprar ese primer capirote para otro?

Quizás somos tan jóvenes como para correr de la mano de alguien  por vez primera, porque se nos escapa el paso, o simplemente admiramos el empuje de la juventud.

El primer latido bajo una trabajadera o el del adiós porque el reloj virtual empuja, unido por aquellos sentimientos compartidos años tras años borran cualquier rasgo material del tiempo.

Nunca sabremos por qué después de la noche más larga, más dramática, la Esperanza renace en nosotros, difícilmente sabremos en qué momento nos robó el alma para siempre y ello hace que sean eternas ambas.

Podremos ser manos que planchan túnicas, nos repeinan, nos dan todo lo necesario para la salida más digna y orgullosa que exista, o simplemente seremos monaguillos revoltosos por el barrio antiguo acompañando a la Madre con el Hijo fallecido sobre el regazo, con el séquito más solemne y elegante por sencillo que pueda existir.

Seamos lo que seamos todo formará parte de nuestra memoria y ésta a su vez parte de la memoria de la Ciudad, ella lo sabe y por eso hoy nuevamente nos abre hojas en blanco para que la sigamos rellenando y engrandeciéndola, por lo que no nos queda más opción que disfrutar plenamente de una nueva Semana Santa.

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