Jerez

...Y el mundo se paró.

El mundo se paró en marzo por un coronavirus y ahí comenzó un relato que ya lo es de nuestra historia personal y colectiva

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  • La avenida desierta durante el estado de alarma -

La historia está pasando ante nuestros ojos aunque tal vez no la vemos al estar ocupados con mascarillas, gel hidroalcohólico, limpiado de manos, distancia social o preocupados con las empresas, los autónomos y los trabajadores por cuenta ajena, con los ertes, con los eres, con la salud propia y la de los familiares, con la llegada de la vacuna o con los números que, como si de la lotería de Navidad se tratase, a diario hablan de contagios, ocupaciones de camas en plantas o en ucis y de muertes, de gente que lo dieron todo y más porque pudiésemos gozar de nuestro actual estado de bienestar y que, en muchos de los casos, se han ido sin ni siquiera poder despedirse de sus seres más queridos. Y es que en marzo el mundo se paró. Millones y millones de personas se confinaron en sus casas y otros millones y millones se convirtieron en héroes porque daban la cara para que el día a día no se paralizase. Hablo de sanitarios, policías, bomberos, camioneros, agricultores, cajeros, reponedores o farmacéuticos que dieron la cara en los momentos más complicados de los últimos cien años. Se aplicó el teletrabajo en los funcionarios para que las gestiones de más urgente necesidad tampoco se frenasen y, como si de una película de ciencia ficción se tratase, se impuso la anormalidad en una sociedad que asistía atónita a la irrupción de una pandemia que era imposible de imaginar en estos tiempos donde domina la tecnología  . Todo esto quedará reflejado en los libros de historia, seguro que aparecerán películas sobre el hecho y los que están por llegar sabrán de que en los inicios del siglo XXI una guerra sin metrallas, sin bombas, sin necesidad de luchar cuerpo a cuerpo segó miles y miles de vidas, arruinó a empresas grandes y pequeñas, trajo una crisis sanitaria que tenía su precedente en la gripe española de 1918 y una económica que se puede asemejar a la de la gran depresión.El mundo se paró en marzo por un coronavirus que nació en tierras chinas y ahí comenzó un relato de nuestra historia personal y colectiva que está transcurriendo por nuestras vidas en forma de azote para que todos, absolutamente todos, reconsideremos nuestros procederes en invertir en ciencia, en sanidad, en educación o cultura y en la gestión adecuada en el medio ambiente y en la del propio contacto personal. Feliz 2021.

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