En el marco de la Feria del Libro participé en la presentación, el pasado martes 7 de mayo, de la novela “BENADAM”, de Miguel Sánchez Bustos, natural de Santa Cruz de Mudela pero carolinense de adopción y residente en Jaén capital.
La Judería de Jaén y su historia, sus valores materiales e inmateriales, han sido inspiradoras de cada vez más obras de arte.
Novelas como “El Calendario de Córdoba”, del tunecino Yves Ouahnon o “Hasday el Médico del Califa”, del riojano Carlos Aurensanz, preciosas ambas. Algún cuento, como el del “Rabí Isaac”, de Juan Eslava Galán o en la publicación “Cuentos en el Museo”, de la editorial Lapislázuli. Esculturas como las de ibn Shaprut, que es una obra colectiva o la Menorá de la Plaza de los Huérfanos, de la Escuela de Arte José Nogué. Algunas pinturas contemporáneas e incluso una con varias décadas de antigüedad, de Cerezo Moreno, que plasmó la belleza de la calle Santa Cruz. Reportajes fotográficos varios o, actualmente en proceso, un corto cinematográfico inspirado en la Judería de Jaén y su máximo exponente, Hasday ibn Shaprut, cuyo autor es Antonio Luque y que esperamos sea presentado en próximos meses. Es una muestra de lo que ha surgido en los últimos años.
A todo ello se suma ahora la novela de Miguel Sánchez Bustos, “Benadam”. Se trata de un “thriller” en el que el Holocausto y los sefardíes (judíos descendientes de las comunidades judías peninsulares expulsadas en la Edad Media) se entremezclan en una trama policíaca en la que, en un par de capítulos, aparece la Judería de Jaén.
Se trata de una ficción, que sitúa residiendo en España desde el siglo XIX a judíos sefardíes e incluso los relaciona con profesiones ligadas a la administración pública o los cuerpos de seguridad, que no son para nada habituales en un pueblo mucho más ligado a las profesiones liberales, artesanales o al comercio, entre otros.
La trama se desarrolla en época contemporánea, lo que no ha impedido al autor, en el marco de su ficción novelada, ubicar a judíos residiendo en nuestro barrio judío medieval en los años noventa del pasado siglo.
La historia comienza en 1942 cuando una familia sefardí es deportada, desde Francia, al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Un niño es quien narra esta primera parte. Posteriormente, en 1990, una persona es atropellada en Madrid y el vehículo se da a la fuga. A partir de ahí la policía encargará al inspector Samuel Abulafia y a su equipo la investigación del caso. Se trata de una obra amena y dinámica, lo que la hace de lectura ágil y que, como indicaba al principio, viene a sumarse a las obras que, de alguna manera, y especialmente en los últimos años, se han inspirado en los valores materiales e inmateriales de la Judería de Jaén.
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