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Curioso Empedernido

La plaga de los gañotes

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En este sábado en el que estamos en la recta final de nuestra Feria Real, he de confesarles que no fui capaz de contestarle a la pregunta de un amigo, que tiene su abono muy cerca del mío en la Monumental de las Palomas y que en la corrida de ayer en la que, con toros de la ganadería de Luis Algarra, que lidiaban los maestros Enrique Ponce, Sebastián Castella y Miguel Ángel Pereda, me cuestionó con insistencia: “Juan Antonio, ¿conoces otra plaza en la que haya más gañotes que en ésta?”.

Por favor, si hay alguien que tenga la respuesta a la interrogación insistente de mi vecino de tendido, respondan y sáquenle de su duda, libérenle de su angustia. Yo no sé decirles si la respuesta es positiva o negativa, lo que sí puedo afirmarles que echando una visual a derecha e izquierda, a arriba y abajo, allí había muchos y muchas que no habían pasado por taquilla.


Hay quienes, cuando vean escrita esta contundente e inconfundible palabra, derivarán en elucubraciones de repostería como ese postre doméstico de Algodonales o pensarán que sólo estamos describiendo sin ningún ánimo peyorativo aquellos gachés que lucen cuello, o sea la parte superior de la tráquea.

Pero, ustedes y yo sabemos que en la mayoría de las ocasiones, en esta tierra nuestra que es Andalucía, cuando empleamos la expresión de gañote, nos estamos refiriendo aquellos y aquellas que tienen por costumbre y hábito el ser y estar sin rascarse el bolsillo.

Haberlos, los hay de todos los colores y signos, en todos los espacios y tiempos. No voy a caer en la tentación de hacer una antología del gañote, porque la enciclopedia Espasa se nos quedaría pequeña y resultaría insuficiente.
Así que, si les parece nos detendremos en algunas de las escenas de la vida diaria que en algún momento, todos y todas hemos padecido e incluso en algunas ocasiones continuamos sufriendo, por razón de nuestro pudor y prudencia. No me negarán que en algún momento de sus vidas han coincidido ustedes con los mismos sujetos a la hora de desayunar, almorzar o cenar y jamás les han visto ustedes sacarse un euro del bolsillo, por muchos gestos que hicieran y ni tan siquiera en un gesto de guardar las apariencias, han lucido palmito colocando encima de la factura su tarjeta.

También habrán padecido, entre toda la fauna humana que acostumbra a tratar, aquellos que cuando más veces de las convenientes y necesarias cabemos a trece euros, parecen padecer una sordera colectiva o continúan con el mismo billete de cincuenta pegado al forro de sus pantalones, desde que en el 2000 se puso en circulación la moneda europea.

Los hay huevones, lentos y cachazudos, a la hora de apuntarse a algo que no sea gratis, ya sea un homenaje, un festín o simplemente una canita al aire, incluso tenemos esa subespecie que se considera con el derecho a ir a todos los sitios, pero eso sí gratis, porque para los demás es un “gran honor” contar con su “digna presencia”.
Bueno, y aunque ustedes, queridos lectores de El Faro Información, se asombren, nos topamos en nuestro deambular por este mundo donde el que no corre, vuela, aquel que en el colmo de su cinismo no se afloja la cartera, porque no nos quiere ofender, y es que su detalle nos conmueve.

Están los alérgicos a determinadas expresiones, como “vamos a pagar”, “esto a escote”, “nos achuchamos todos”, y cuando escuchan tales cosas u otras parecidas, se quedan tan apimplados que diera la impresión que se les ha ido la azotea, cuando se hacen el carajote para no descoserse el bolsillo y sacarse unos cuantos euros.

Los gañotes son más de los que nos imaginamos, son como una plaga, unos monstruos dispuestos a meter el pescuezo donde proceda y donde no, y vivir sin sonrojarse lo más mínimo a costa de los demás... Los hay con puestos y apellidos ilustres y también en los estratos menos versados e instalados en la vulgaridad, ricos y pobres, pero que en la práctica son expertos en el deporte de ir a todos los sitios sin retratarse, y cual vampiros chupan de todo y de todos los que encuentran en su camino, porque nadie le ha explicado el verdadero significado de la expresión “una vez al año el pagar no le hará daño”.

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