¿QUIÉN DICE LA VERDAD?
Muchas veces cuando escribo, me pregunto si estoy acertando en mi tarea de informarles a diario. Y pienso que a lo peor estoy contribuyendo al cansancio generalizado de una situación política tan surrealista que ya produce cachondeo pero, sobre todo, indignación.
Y es que estamos viviendo malos momentos. La gente ha llegado a ese punto de insensibilidad porque estamos en el límite del despropósito: ¡votar en Navidad! Menos mal que, con un hábil truco nos dan el beneficio de votarles el 18 de diciembre, en lugar del 25. El ridículo es el mismo, pero al menos se evita el caos de cazar a lazo a interventores, presidentes de mesa -y no digamos ya electores- el día después de la Nochebuena. Y, además, ellos se pueden ir de vacaciones.
Tenemos un presidente del Gobierno (en funciones) que presume de leer sólo el Marca, un líder de la oposición que simplemente se nos esconde y unos políticos, dóciles con su partido e indolentes con los ciudadanos y que ni siquiera saben cuáles son las verdaderas intenciones de su partido.
Y así tenemos políticos maestros de la oratoria vacía, de la ambigüedad, incapaces de expresar su pensamiento de una manera comprensible para la opinión pública, para esos ciudadanos que votan y hacen frente a los impuestos que sirven para pagarle a esta clase política que, a base de rencores, egoísmos y desenfoques, nos ha metido hasta las trancas en esta rueda infernal.
Aquí, nadie parece capaz de expresar una opinión rotunda, clara y orientativa porque tienen miedo a sus 'aparatos', porque el que se mueve, aunque sea en estas arenas movedizas, no sale en la foto. Ni en la foto, ni en el escaño. Y, encima, le acusan de deslealtad o de tránsfuga verbal. Tremendo el nivelito político que padecemos.
Y, así, nos limitamos a leer, escuchar o ver, declaraciones de políticos en las que no se cuenta casi nunca el contenido real de lo que ha ocurrido en el encuentro entre dos líderes, y que ni pretenden que les entendamos. Y esta es la situación: los españoles desconfían de esa clase política como un todo y lo peor es que tienen razón.
Nos hemos instalado, todos, en el pasotismo. Hemos hecho un país de pasotas, así, sin más. Nivelazo.
Algeciras a 11 de septiembre de 2016
Patricio González
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