A pesar de que la Policía Local controla este tipo de actuaciones indebidas, que cuesta a los incívicos e inmorales una denuncia y la correspondiente multa, parece que la concienciación no ha llegado aún a la ciudadanía, y mucho menos ha calado en ellos. Ni siquiera la labor que realizan asociaciones como La Gaviota hace que se persuada a los irresponsables de llevar a cabo actuaciones similares.
No es extraño escuchar a algunos conductores decir que las personas discapacitadas no tienen por qué tener un espacio reservado, sobre todo cuando la situación se produce en una gran superficie, puesto que sus plazas están cercanas a las puertas de acceso a los mismos, cuando “todos queremos llegar pronto al lugar, sobre todo cuando llueve”. Es una mentalidad que comparten muchas personas hoy en día, y lejos de estar basada en un hecho real, se hace en ideas infundadas y poco lógicas. Las personas con discapacidad o movilidad reducida por ese mismo hecho necesitan que las distancias se acorten, como también merecen comprensión y más sensibilidad por parte de los ciudadanos.
Quizás sea en los centros comerciales donde menos se respete dicha medida, pero los hay que no tienen plazas reservadas para personas discapacitadas o bien ni siquiera se distinguen del resto, por lo tanto, hay que lanzar la petición a aquellas superficies donde no existe dicha sensibilidad. Es cuestión de adaptarse a la normativa y a la sociedad actual, que reclama políticas sociales que mermen las necesidades de ciertos colectivos. Que conste que no son privilegios, ya que ninguna persona con discapacidad quiere un trato especial, solo condiciones que hagan que su estilo de vida sea igual que el del resto de personas.
Esta semana que acaba han sido seis las denuncias realizadas por los agentes de la Policía Local por estacionar en zonas reservadas para personas discapacitadas. Pero esta cifra suele ser similar todas las semanas, un número que debe resultar escandaloso debido a la proporción que significan estas plazas con respecto a las restantes existentes. Sin duda, de estos datos se puede rescatar una idea clara, y es que a los infractores no les importa dejar de cumplir las normas por el simple hecho de tener que hacer frente a una multa. Lo peor es que son las personas discapacitadas las que se enfrentan con impotencia a este hecho, siendo muchas veces los que alertan a los agentes del indebido aparcamiento en las plazas reservadas para ellos. La consecuencia, al parecer, debe ser mucho más exagerada para que la concienciación exista.
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