Hay sacerdotes a los que les molesta, les da coraje, que haya comentaristas de televisión que se refieran a un campo de fútbol como “la catedral del balón”, o “el santuario al que peregrinan cada domingo los aficionados”, por no hablar de otros “templos del placer”. Es más, si en algún buscador de internet colocan “discoteca catedral”, se encontrarán con una larga lista de establecimientos de ocio que emplean ese nombre. No obstante, la cosa no ha ido más allá de eso, de proclamar públicamente, desde algún púlpito, su opinión al respecto, al entender que se profana el sagrado significado que para la religión cristiana tienen tales sustantivos. En Murcia, la comunidad musulmana ha instado a los dueños de la discoteca La Meca a cambiarle el nombre a un local con más de veinte años de historia y, de paso, también la decoración, eliminando símbolos como el minarete que presidía el local, al que ahora sustituye un faro. Y lo dicho, aquí paz y después gloria.

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