Si le faltaba algo a la inestabilidad europea, llegó Donald Trump de visita. Ayer comenzó un viaje de tres días del presidente norteamericano al Reino Unido, pero ya desde los días previos ha calentado el ambiente provocando aún más división en Gran Bretaña y en Europa. Ha criticado a May – en realidad, la ha vuelto a humillar-, le ha invitado a no pagar a la UE la factura de la salida del Reino Unido, ha optado por el exalcalde de Londres, Boris Johnson, como nuevo líder conservador y ha propuesto que el fanático probrexit, Farage –al que recibió en su aurea y hortera Torre Trump – se incorpore para la negociación de la ruptura con la UE. Todo un gesto inamistoso para la Unión Europea y para la mayoría de votantes británicos que han optado, por poco, por partidos antibrexit. Trump viene de incendiar las relaciones con China, ha realizado un injusto ultimátum a México, con la satánica fórmula de inmigración versus aranceles contra su vecino del sur, que perdió la mitad de su territorio en 1848, a favor de los Estados Unidos.
Los desencuentros no acaban ahí, porque la amenaza sobre los coches alemanes, las aceitunas españolas y aranceles a lo que se tercie para sostener su “América primero” han llegado al campo de la defensa. “Cuando se produzca una crisis y si vuestras defensas fracasan, vuestros ciudadanos no se van a sentir muy impresionados por el hecho de que el armamento adquirido fuera solo de los países europeos”, es la amenaza a no comprar armamento norteamericano a los países de la Unión. Al propio líder laborista Jeremy Corbyn le ha avisado que tendrá que examinarlo con profundidad antes de compartir los sistemas de seguridad, fruto de la “relación especial” entre EEUU y Reino Unido. Tanto desprecio a la diplomacia es marca de la casa.
En Francia ha dimitido el líder del otrora fuerte partido gaullista – ahora Los Republicanos- y en Alemania ha arrojado la toalla la líder de los socialdemócratas alemanes, ambos por los malos resultados en las elecciones europeas. España es el país de la estabilidad en la cara dura. Los líderes de los partidos se comportan como si no hubiera habido elecciones y los electores no hubieran decidido. Mientras tanto, Pedro Sánchez le está abriendo a España un espacio importante en Europa. Hacía mucho que eso no pasaba.
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