Patio de monipodio

Repuntes

¡Vaya manía de inventar palabros! De buenas a primeras, repuntar no es “picarse el vino”, ni “empezar el ascenso de la marea”...

¡Vaya manía de inventar palabros! De buenas a primeras, repuntar no es “picarse el vino”, ni “empezar el ascenso de la marea”, ni “indisponerse con otra persona”, ni “empezar a manifestar algo”. Hay otra palabra: “recuperar”, que, por lo visto, no conocen. Si los precios están subiendo, no se recupera la economía, aunque tampoco sería plenamente incorrecto decir “los precios se recuperan”. Esto es como la “globalización”, con la que tiene mucho que ver. Porque no se globaliza la economía, frente a como lo plantean: se globaliza el poderío de las grandes corporaciones económicas, las que no economizan, las que provocan crisis para concentrar en sus manos todo el circulante, pero ni por asomo se globaliza el poder adquisitivo de las personas. Jean Monet dejó el Mercado Común, porque su proyecto había sido “integrar personas, no empresas”, y la mal llamada “Unión” europea, internacionaliza las grandes empresas a costa de cerrar las medianas y pequeñas; a costa, también, de ampliar cada vez más el enorme foso abierto entre los sueldos y las condiciones de vida de los trabajadores, dentro del Continente europeo.

En gran medida por ahí van los tiros, aunque la expresión es mucho más concreta que la reflexión. Los que “repuntan” cada tres o cuatro meses, son los precios de la vivienda. El esfuerzo de bancos, constructoras, inmobiliarias y gobierno, no se ve recompensado; pero reiteran. Hacer creer que los precios de la vivienda vuelven a subir, vano intento para animar a la gente a comprar, intenta también evitar la continuidad de su picada caída hasta un nivel normal. Y es, también, un acicate con que animar a los “fondos bruitre” para que les compren sus abultadas bolsas de vivienda, en la confianza de poderlos vender diez, quince y hasta veinte veces por encima del importe pagado. Los fondos buitre no suelen tener prisa, precisamente si la crisis les ha permitido capitalizarse, es menos importante cuando, que cuanto podrán recuperar. Pero quieren animarlos, les estorban unas viviendas que lastran sus resultados. A los bancos, promotoras, constructoras y a las inmobiliarias, que esperan los despojos que puedan dejar los buitre. Todos en busca de un beneficio elevado, a costa de -y sin mitigar- la necesidad imperante.

Beneficio que no llega porque ¿quién podrá comprar esas viviendas, menos aún si siguieran subiendo? Si Botella, ex-presidenta de la Comunidad de Madrid, hubiera vendido los pisos a familias necesitadas al doble de lo que se los entregó a esos fondos, la Comunidad habría ingresado el doble. Pero “la cabra tira al monte”, y prefirió enajenarlos de golpe; lo mismo están haciendo los bancos, pese a habérseles liquidado los problemas de tesorería. Naturalmente, con el beneplácito y ayuda del mismo Gobierno que detrajo al pueblo el dinero necesario para liquidar esos problemas.

¿Cuál es el motivo? ¿Qué compromisos mundiales hay para vender las viviendas desocupadas y embargadas a fondos de inversión, a un diez o quince por ciento del valor dado por los propios vendedores, si los habrían comprado familias, a mayor precio del pagado por los especuladores? ¿Será posible entender alguna vez las políticas económicas?

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