El Loco de la salina

Una Academia y un pintor cañaílla

En fin, por resumir, si tiene un ratito, vaya a ver la exposición, porque merece la pena.

El esfuerzo que sigue haciendo la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes de San Fernando es extraordinario, y alguien, algún día, tendrá que valorar en su justa medida tanto tesón y constancia por acercar a los cañaíllas grandes sorbos de cultura. Va a un ritmo de vértigo. Durante casi todo el año, cada martes ofrece una conferencia en el Centro de Congresos a cual más interesante. ¿Qué organismo o Asociación o Academia hace esto en Andalucía e incluso me atrevo a decir en España? Un día hablaremos de las grandiosas ayudas que recibe esta Academia y se van a quedar fríos. San Romualdo debe estar velando por sus académicos a fin de que al menos no les cueste dinero el tema. Como cada martes, me acerqué al Centro de Congresos, porque el director del manicomio dice que a los locos la cultura nos viene siempre bien. Dio su conferencia D. Ricardo Galán Urréjola, Licenciado en Historia del Arte y Artista Pintor, además de cañaílla, que fue nombrado Académico de San Romualdo. Parece como mentira, pero hay cañaíllas por cualquier rincón del mundo. Y cañaíllas de prestigio, a los que la Academia les está dando el sitio que se merecen, porque, si no es así, podrían parecer franceses, alemanes o checos. Como sigue celebrando los 250 años, el conferenciante habló sobre la creación artística en torno a 1766, año de constitución del primer Ayuntamiento de La Isla. A mí me gustó mucho, porque la pintura, como la música, es una de las formas más exquisitas de expresión que tiene el ser humano para desarrollar su sensibilidad. El conferenciante nos llevó de la mano a aquella época y nos metió de lleno en una Europa cargada de influencias, en la que el rococó y el neoclasicismo iban quemando etapas y salpicando sus propios estilos por todo su entorno. Fueron desfilando ante nuestros ojos innumerables pintores europeos y españoles y nos fue dando una idea de cómo estaba el patio antes y después de 1766.
Después fuimos a la Galería GH40, que está en la calle García de la Herrán nº 40, más conocida por la calle de los muertos, y pudimos comprobar que la pintura de D. Ricardo Galán, a pesar del nombre de la calle, está más viva que nunca. Puede usted visitarla y echarle un vistazo a los cuadros tan bonitos que es capaz de hacer un paisano. Allí verá escenas de la vida diaria de las calles de París, de Londres…Hay dos cuadros casi a la entrada que a mí me han gustado mucho. Son dos vistas de la calle Real de La Isla, una contemplada desde el entorno de la azotea del Salimar para entendernos y la otra desde la Plaza del Rey aproximadamente. La primera refleja el envejecimiento y la antigüedad de nuestra ciudad. Los desconchones del petril de la azotea son auténticos y no tienen nada que envidiarle a cualquier foto que se les pudiera hacer. También las fachadas y hasta el toldo azul viejo de la Mallorquina cargan con el paso del tiempo que no perdona. La calle Real aparece solitaria y atravesada por los raíles de un tren que parece no llegar nunca. El otro cuadro del que les hablo nos lleva a contemplar la Plaza Iglesia al fondo, la circulación de varios coches con ese punto rojo de un semáforo sugerente y esa fila de arbolitos tan característica de La Isla. Estaba viendo los cuadros y pasó por delante mía un chico de unos ocho años. Inmediatamente volví la vista porque a ese chico yo lo había visto antes. Efectivamente, era el protagonista de uno de los cuadros, hijo del pintor. En fin, por resumir, si tiene un ratito, vaya a ver la exposición, porque merece la pena. Solamente me queda felicitar a D. Ricardo Galán Urréjola y darle las gracias por llevar el arte de nuestra tierra por el mundo entero y por poder sentirnos orgullosos de tan ilustre paisano.

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