Alcalá la Real

Un sábado perfecto en Etnosur

Guadalupe Plata puso el broche de oro a una jornada espléndida en la que miles de personas disfrutaron con los múltiples frentes lúdicos que ofrece el festival y con un espectáculo sorprendente y especial a cargo de la banda jiennense

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  • La 33.

Prueba superada. Con una puesta en escena sorprendente comenzó la producción propia del Etnosur 2015, “Los lamentos de Guadalupe Plata”, que corrió a cargo del grupo ubetense y un trío flamenco con el bailaor cordobés Daniel Navarro a la cabeza.

Había mucha inquietud con esta producción, mucho secretismo; y no era para menos, pues sin lugar a dudas ha sido la más arriesgada de la historia de este festival. Las anteriores venían precedidas por proyectos liderados por músicos contrastados y con más tiros pegaos que la escopeta de un guarda, de ahí su riesgo intrínseco. Pero si no te arriesgas nunca sales del cortijo.

Así, sobre las 23.45, de entre el público, aparecen cuatro enterraores con un ataúd de pino blanco que suben hasta el escenario. De él, sale la figura del bailaor David Navarro y empieza la función. Los temas de Guadalupe Plata se desparraman por el escenario en cascada continua y sobre ellos el trio flamenco empieza a darle forma a la cuestión.


No sé si a esto se le puede llamar fusión del blues con el flamenco, yo creo que no. Pero el clímax ya estaba creado y la gente se lo pasaba estupendamente. Sobre los temas sin fin de Guadalupe Plata, los flamencos entraban y salían para darle color y calor a este blues sucio con tintes psicodélicos que practica el grupo ubetense.

Hubo momentos sublimes y otros no tanto, pero nadie se arrugó y salieron adelante con mucha dignidad y con mucha profesionalidad. El experimento era, de antemano, difícil y comprometido y todos lo sabíamos. Para estas cosas se necesitan muchas horas de ensayo, de cambio de impresiones sobre el terreno y sobre todo, buenos arreglos y buenos arreglistas. Si no, puede dar la impresión que se está poniendo una música sobre la otra a compás… y a volar. Y no fue el caso, pero por momentos parecía eso.

Finalmente, el muerto volvió a su ataúd y sacado del escenario por esos cuatro enterraores de postín, que se lo pasaron estupendamente en su mesita, con sus vinitos y que tenían muchas procesiones a sus espaldas, por el paso semanasantero tan profesional que exhibieron.

En definitiva, una buena experiencia que gustó mucho al público en general y repartió opiniones entre los entendidos.

La música de los dj’s del Etnochill mantienen viva la llama festivalera en las horas duras de la tarde, en el Paseo de los Álamos. Son la resistencia activa de esta concentración que no conoce, ni por asomo, la palabra desaliento. Una marea ingente de personas bailando, comiendo, fumando…al ritmo de la música y con una energía que para mí la quisiera. Hoy, el paseo puede ser una playa, un merendero, una tertulia, un consultorio o lo que tú quieras. Según por donde te muevas te puedes encontrar una película diferente. Ya se empiezan a ver algunos cuerpos desvencijados y con las bisagras tocadas del ala. Pero da igual, ellos resisten como unos auténticos titanes.

La música en vivo se desparrama entre el aula magna del Convento de Capuchinos con la actuación de Davide Salvado y la plaza del Ayuntamiento con los BalconyPlayers. Dos propuestas radicalmente distintas para públicos diversos, en escenarios envidiables. Eso es EtnoSur, variedad dentro de lo sorprendente y tocando territorios próximos a lo no evidente. De lo otro estamos sobraos durante todo el año.

Hay otro público que opta por la narración oral, que tiene muchos seguidores atentos a sus movimientos. Este palo de los cuentacuentos es una de las señas características de Etnosur desde el principio y puedo prometer y prometo que cada año van a más. Por aquí han pasado durante estos 19 años los más prestigiosos artistas de este género. Esta tarde se han repartido entre el Palacio Abacial, la cafetería Casablanca y el Convento de Capuchinos para agrandar nuestras cabezas y nuestros corazones con sus historias mágicas y de camino aportar un poco de sosiego  en este trajín permanente de ida y vuelta.

En el teatro Martínez Montañés sigue el cine y el video documental para otro tipo de público que demanda buenas pelis, aire fresquito y una buena butaca donde pasar la tarde. Como verán, hay para todos los gustos.

El ocaso de la tarde tiene aquí siempre una propuesta magnífica y, quizás, de las de mayor éxito del festival: el circo. Allí, a partir de las 20.30, se juntan más de 1.500 personas de toda clase y condición, para disfrutar de los espectáculos que se programan. La nota característica de esta actividad es el lleno total y las caras de asombro de todos los asistentes.

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