Patio de monipodio

Recaudar

Es el principio fundamental de la Administración, de todas las administraciones españolas, desde la más elemental, al Gobierno...

Es el principio fundamental de la Administración, de todas las administraciones españolas, desde la más elemental, al Gobierno. Aportar económicamente al Erario es un deber de todos los ciudadanos. Mejor dicho: sería un deber de todos, si se viera. Como bien dice el anuncio, sin IVA no hay carreteras, ni sanidad, ni escuelas… pues con IVA, tampoco. Con uno de los IVA más altos de Europa, seguimos: impuestos europeos con servicios africanos. El Sr. Moreno, flamante representante de Rajoy en Andalucía, cree suplantar el desplante hecho a Zoido con el lamento a la escasa inversión de la Junta en Sevilla. El señor delegado de la sucursal madrileña de su partido, dice una verdad pero calla otra –vergonzosamente, por supuesto- su propia ignorancia. Ignora, por ejemplo, la falta de una infraestructura ferroviaria de cercanías; el estado de las carreteras y autopistas del Ministerio, como, por ejemplo, la lentitud con que marcha –si se puede llamar “marchar”- la SE-40, tan necesaria para una conurbación de millón y medio de personas. O la A-49, con variedad de líneas pintadas en un pavimento para la confusión, después de dos años de terminado el tercer carril.

Aunque seguramente, sólo es un estilo, su particular forma de “proteger” al descreído vecindario, que somos muy mal pensados. Claro que ellos piensan en nosotros, sutilmente, claro. Demasiado “sutilmente”, es lo que hay. Por ejemplo: si en la citada autopista se diera el error, -menos mal (para el viajero) que aún no se ha dado-, cada golpe suprime un parado, con lo cual la autopista sería más eficaz que el INEM. Como el ejecutivo está necesitado de ahorro, que financiar bancos cuesta lo suyo, suprime asfalto y pintura. Y si algún despistado es capaz de confundir la multitud de líneas pintadas en el pavimento, que aporte su óbolo, que es para engordar al fisco y a quien venga detrás. Que recaudar es lo que cuenta. No reparar el pavimento y no pintarlo correctamente tiene otra ventaja: permite mantener señales de limitación de velocidad, fáciles de superar en autopista, como todos saben –y los administradores no son tontos. Serán lo que sea, pero tontos, no-; otro medio de recaudación. Y de rebajar puntos en el carnet (en mayor número que puedan aumentar en heridas) hábil forma de hacer sumiso al personal, que, si no, fácilmente se desmadra.

El coche se ha hecho medio de recaudación local y estatal, salta a la vista. Tener uno para ir de vez en cuando al campo, mantiene la industria de fabricación, talleres, repuestos, ITV, impuestos directos e indirectos, además de “O.R.A.” y otras multas –ya incluidas en presupuestos que, por tanto, requieren infracciones, por algo a los agentes se les valora exclusivamente por el número de las mensuales incoadas- y cuanto se les pueda ocurrir en el futuro a estos paladines del “trincacuantopuedas”. Sería mucho mejor que la DGT se dedicara a educar, en vez de a asustar. Que el examen tuviera un sentido pedagógico, en vez de celadas para romper nervios y obligar a repetirlo. Que las vías interurbanas no tuvieran trampas mortales ni pretextos para la exacción. Mucho pedir para tan incompetentes gestores, desde luego. No saben que se pagaría más a gusto, porque sería más justo. No lo saben, o ni se lo plantean; esa no es materia para su (falta de) aptitud.

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