En el fútbol siempre han mandado los números y los entrenadores suelen ser la cuerda más débil en cuanto no llegan los objetivos deportivos marcados.
“Han sido más listos que nosotros”, esa fue de las pocas “explicaciones” que expresó Raúl Agné después de que el Cádiz CF cayera estrepitosamente en Almería.
Al entrenador, que parece contar con el apoyo del vestuario o así al menos quieren expresarlo los futbolistas, se le achaca que no está sacando todo el rendimiento posible de la plantilla. Una plantilla que se configuró a su gusto en verano y se ha retocado en el mercado invernal con todas las peticiones que ha realizado. Es decir, herramientas tiene las que ha pedido, pero el equipo no cumple.
Y el problema del Cádiz CF radica, sobre todo, fuera de casa. El equipo saca adelante los partidos cuando juega como local y cada vez se muestra más seguro arropado por las gradas del Carranza. Pero cuando sale de la ciudad cambia de cara por completo.
Se han sumado los últimos quince puntos disputados en casa con un saldo goleador de quince a favor y cuatro en contra. En cambio, como visitante sólo se ha sumado un punto de los últimos 18 en juego, con un balance de goles demoledor. En cinco de esos seis partidos, el Cádiz ni siquiera ha marcado y en total sólo ha anotado un gol por los diez encajados.
De los 51 puntos que acumulan los amarillos, 38 se han conseguido en el Carranza (de 45 posibles), pero de los 45 en juego fuera sólo se han atado 13 puntos, cifra ridícula para un equipo que aspiraba a liderar el grupo.
Con este panorama, la continuidad de Raúl Agné en el banquillo está en manos de los administradores, cada vez menos reacios a una drástica decisión.
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