La tribuna de Viva Sevilla

Sevilla cogió la bici

Hace diez años Sevilla aprovechó su oportunidad y cogió la bicicleta. El tiempo ha acreditado el acierto de la decisión. Sevilla cuenta hoy con una red de 138 kilómetros de vías ciclistas, por las que cada día se producen 72.000 desplazamientos, 20.000 de ellos restados al coche

Las grandes oportunidades se presentan muy de cuando en cuando, así que hay que aferrarse a ellas y aprovecharlas. Podría valer la socorrida metáfora ferroviaria, ésa que dice que no puedes dejar pasar el tren, porque no sabes cuándo pasará el siguiente. Pero esta metáfora suena algo forzada en el caso que nos ocupa, precisamente porque no hablamos de trenes, sino de bicicletas.

Hace diez años Sevilla aprovechó su oportunidad y cogió la bicicleta. El tiempo ha acreditado el acierto de la decisión. Sevilla cuenta hoy con una red de 138 kilómetros de vías ciclistas, por las que cada día se producen 72.000 desplazamientos, 20.000 de ellos restados al coche. Cada año Sevilla ahorra 27.151 barriles de petróleo y deja de emitir más de 8.000 toneladas de CO2. Y todo ello con una inversión de 30 millones de euros, que exige además un mantenimiento mínimo; un uso eficiente del dinero público en un país que ha sido (lamentable) noticia en todo el mundo por obras faraónicas y de escasa utilidad social que encuentran su paradigma más conocido en el aeropuerto sin aviones de Castellón, que costó más de 150 millones de euros y tiene un formidable coste de mantenimiento.

Sevilla ha cambiado para siempre y para mejor. Entre 2006 y 2009, el índice de uso de la bici con respecto al total de desplazamientos mecanizados diarios subió del 0,6% hasta casi el 10%. La ciudad es referencia mundial en el uso de este medio de transporte. Sevilla es hoy más segura, más cómoda, más ecológica, más limpia y más sana. Y más barata, por cierto. No es nada desdeñable el ahorro que moverse en bicicleta supone para la economía familiar. La bicicleta ha beneficiado además al turismo y al pequeño comercio.

En el Ayuntamiento de Sevilla tuve la oportunidad de participar en primera línea en el diseño y construcción de las vías ciclistas. También en el debate previo que se abrió en la ciudad. Recuerdo los argumentos contrarios a la implantación de la bicicleta: se decía que el calor haría imposible su uso cotidiano, y ya hemos visto cómo Sevilla ha hecho suyo este medio de transporte sin problemas; se decía que la pérdida de aparcamiento sería inasumible, y en cambio se ha liberado una superficie de suelo equivalente al barrio de Los Remedios, con lo que se benefician de la bicicleta quienes la usan y también quienes usan el coche; se decía incluso que sería inseguro, y demostrado ha quedado lo contrario, porque a más ciclistas, más seguridad; se llegó a decir que perjudicaría estéticamente a la ciudad, que la bicicleta rompería con su estampa tradicional, pero lo cierto es que las dos ruedas forman parte de la mejor imagen que la ciudad ofrece al mundo.

Hoy, como viceconsejero de Fomento y Vivienda, vuelvo a tener la oportunidad de impulsar la implantación de la bicicleta, en este caso en todas las áreas metropolitanas de Andalucía (las ocho capitales más Algeciras y Jerez de la Frontera). En Sevilla hay mucho hecho, pero queda por hacer. Por ello el Plan Andaluz de la Bicicleta, que se puede consultar en la página web de la Consejería (www.juntadeandalucia.es/fomentoyvivienda), recoge casi 200 kilómetros más entre Sevilla y su área metropolitana, con un objetivo claro: que el índice de uso de la bicicleta sobre el total de desplazamientos mecanizados diarios alcance el 15 por ciento. Pero el Plan Andaluz de la Bicicleta, que se aprobará a finales de año, se centra ahora también en el resto de áreas metropolitanas, en aquellas que no tuvieron la oportunidad que Sevilla sí tuvo la década pasada.

Y queremos que todas nuestras ciudades aprovechen esta oportunidad y suban a la bicicleta. Para eso esgrimimos el ejemplo de Sevilla. En todas las ciudades se está repitiendo ahora el debate que hace diez años se produjo en Sevilla, y que se acabó decantando a favor de quienes defendemos un modelo de movilidad sostenible.

La ventaja que ahora tenemos al afrontar estos debates es que no tenemos que acudir a Utrecht, Copenhague o Amsterdam para ilustrar las ventajas de implantar este medio de transporte y convertirlo en una alternativa al coche para los desplazamientos cotidianos. Nos vale con poner el ejemplo de Sevilla. Y tenemos nuestros principales aliados en este debate a los sevillanos, que saben que su ciudad es hoy mejor aún de lo que era antes de coger la bicicleta.

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