La sequía marchita el "verde que te quiero verde" lorquiano y fuerza actuaciones especiales para mantener inalterables espacios emblemáticos como la Alhambra o Sierra Nevada y evitar que se deteriore una estampa que pide agua.
En un 2023 que se ha empeñado en llevarle la contraria a eso de "en abril, aguas mil" del refranero popular, los embalses andaluces se vacían y las administraciones se llenan de decretos de sequía, medidas extraordinarias, prohibiciones de riego y ayudas para que la falta de agua no se convierta en falta de todo.
Según los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) consultados por EFE, los embalses siguen bajando esta semana sus reservas hídricas y se sitúan por debajo del 25 % de su capacidad, lo que se traduce en unos 8.000 hectómetros cúbicos.
Esta primavera recalentada se ha presentado como la gota que colma el vaso de otros cambios ambientales y ha disparado las alarmas ante un riesgo real de sequía que podría alterar estampas fijadas en el imaginario popular y marchitar ese "verde que te quiero verde" que parecía eterno en los versos de García Lorca.
EL VERGEL DE LA ALHAMBRA
Ese verde es fundamental en la Alhambra y el Generalife, el complejo monumental históricamente más visitado del país, que es además un vergel que mezcla almunias, un bosque y las únicas huertas medievales de España asociadas a recintos palatinos que siguen siendo eso, huertas con una cosecha ecológica.
El Patronato de la Alhambra ha activado una serie de medidas de gestión sostenible de sus recursos hídricos y del manejo de la vegetación para atenuar las "graves consecuencias" de la sequía.
Según han detallado a EFE fuentes del monumento nazarí, la Alhambra ha mejorado su sistema de monitorización y control de las infraestructuras hidráulicas, ha apostado por especies autóctonas adaptadas a poca agua y tiene organizados sus jardines y huertas por hidrozonas, espacios que comparten necesidades hídricas para que no se desperdicie ni una gota de agua.
La Alhambra cuenta con depredadores y parasitoides para controlar las plagas, lo que evita el uso de químicos que conlleva también un gasto de agua, igual que están libres de químicos como cloros o alguicidas sus albercas y estanques.
"Estos cuerpos de agua constituyen reductos de biodiversidad que fortalecen el entramado de resistencia ante los impactos del cambio climático del conjunto de ecosistemas que rodean el monumento", ha apuntado el Patronato.
INDICIOS DE ESTRÉS
Las mismas fuentes han reconocido que el complejo monumental presenta "indicios de estrés" puntuales que afectan a determinados árboles y setos considerados más vulnerables en los que el Patronato está realizando actuaciones específicas, especialmente en zonas exteriores cercanas al monumento como la Dehesa del Generalife.
Eterna y reconocida es también Sierra Nevada, ese emblema ambiental en el que se resguarda la estación andaluza que gestiona Sierra Nevada, la situada más al Sur de Europa.
Tras una temporada 2022-2023 marcada por pocas precipitaciones, Sierra Nevada ha apostado por el más vale prevenir que curar que en este caso se traduce en almacenar nieve.
ACUMULAR NIEVE
Cetursa, la empresa que gestiona la estación, ha licitado un contrato para almacenar nieve de una temporada a otra, un sistema conocido como "Snow Farming" para blindar el 70 por ciento de la nieve guardada, unos 15.000 metros cúbicos.
La propuesta, que debe ajustarse a la normativa ambiental del Espacio Natural de Sierra Nevada, ha levantado una tormenta de críticas de ecologistas que ven más daño que beneficio de una medida que, en España, estrenó la estación de Candanchú.
Esa pérdida de blanco en las cimas y verde en los campos ha reducido a la mitad la campaña del espárrago en Andalucía, complica la producción de los subtropicales y languidece una Vega que pide como agua de mayo usar para el riego de casi 2.0000 hectáreas el agua regenerada de las depuradoras, reciclar para avanzar.
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