Cuenta una historia que un joven que deseaba tener éxito preguntó a un viejo sabio cómo podía conseguirlo. Después de pedirle que le acompañara a la playa y se adentrara en el agua con él, el anciano le sumergió la cabeza al joven bajo el agua y se la sujetó hasta que casi sentía que se ahogaba. Al soltarle y respirar de nuevo el joven airado le recriminó al sabio su comportamiento. El anciano le preguntó en qué pensaba cuando estaba bajo el agua, si en irse de fiesta con los amigos, o en perder el tiempo, etc. El joven contestó que no, que solo pensaba en respirar, a lo que el anciano le respondió: “cuando desees tener éxito, tanto como necesitabas respirar cuando estabas bajo el agua, nadie podrá pararte”.
A veces cuando se hace referencia a conseguir el éxito y el reconocimiento, se hace sin tener en cuenta el esfuerzo y el trabajo constante y callado que se precisa. Los errores son siempre parte del proceso. Aunque no es posible garantizar el éxito, sí se puede tratar de reducir la probabilidad de equivocarnos. Además, tampoco hay una única manera de definir el éxito. En nuestra cultura occidental la idea de éxito se asocia a la obtención de bienes materiales, al triunfo profesional y a alcanzar algún tipo de meta u objetivo. Disponer de dinero, conseguir el reconocimiento social y obtener algún tipo de distinción suelen ser indicadores del éxito. En cambio, en la tradición oriental las claves del éxito se deben encontrar en lo que somos y no en lo que tenemos.
El jueves pasado recibí la noticia de que había ganado el X Premio Fundación Unicaja de Promoción Socioeconómica de Almería, por un trabajo sobre la estructura y evolución provincial, comarcal y municipal de sus empresas. Supone una gran alegría personal por la posibilidad de visibilizar más la investigación y promoción del emprendimiento que se realiza en la Universidad de Jaén, en el recientemente creado Observatorio del Ecosistema Emprendedor de Andalucía (OEEA) y en SECOT. También recibí un mensaje de un antiguo alumno que me decía que le estaba sirviendo de mucho profesionalmente lo que habíamos visto en clase. Hacer cosas que contribuyan a mejorar la vida de los demás es también tener éxito, aunque no se sepa ni se premie. Como decía Winston Churchill, el éxito no es definitivo y el fracaso no es fatal, sino que lo que cuenta es el coraje para continuar.
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