Editorial Sevilla

Autonomía, según para qué

Madrid y otras comunidades usan su autonomía fiscal para bonificar el Impuesto de Sucesiones;

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La Junta, que presumía del autogobierno logrado  con la reforma  del Estatuto hace 10 años, adopta la tan poco autonomista decisión de tratar de devolverle al Estado la gestión del Impuesto de Sucesiones, cedido a las Autonomías en 1987. Así pues, en la clave materia fiscal la Junta, pese a la leyenda del 28-F, quiere ser una Autonomía de segunda con tal de ahorrarle a Susana Díaz el desgaste político que le supone el elevado gravamen  que aplica al Impuesto  frente a comunidades que lo bonifican al 99%, como Madrid, a la que, para no imitar, acusa de “dumping” fiscal.

Sin embargo, nadie se queja por que España trate de atraerse a la banca londinense con ventajas fiscales tras el Brexit. En Sevilla, Espadas se ha plegado ante C’s a rebajar el IBI para sacar adelante sus Presupuestos. Lo mismo ha hecho la Junta ante el partido naranja con rebajas impositivas para garantizarle el gobierno a Díaz.

Con autonomía fiscal, Madrid y otras comunidades han demostrando que eliminado en la práctica el Impuesto de Sucesiones crecen más y generan más empleo que Andalucía, donde la Junta penaliza a las clases medias con un tributo que grava el fruto del esfuerzo que los padres legan a sus hijos y pese a que esos bienes ya tributaron a su adquisición. La Junta no quiere autonomía fiscal, para evitarse la impopularidad del que exprime al contribuyente, de ahí su afán de que sea el Gobierno quien lo cobre y se lo entregue.

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