Ayer su propietario, que había traído esta pista desde Austria, no se encontró con demasiadas garantías por parte del Ayuntamiento para solventar estas cuestiones y, por contra, se topó con demasiada burocracia, lo que a estas alturas, puesto que este espacio ya debería estar funcionando hace tres semanas, hace casi imposible su montaje. Y es que, para evitar que la zona, que concentra a decenas de niños a diario, tenga que recurrir al gasoil para alimentar la pista, con el peligro que ello conlleva, se requiere de un cable de alta tensión y ciertos ofrecimientos por parte de Infraestructuras y Urbanismo que, hasta ahora, no han llegado, de ahí que el empresario practicamente descarte su instalación. Ahora el Ayuntamiento tiene días para buscar otro elemento dinamizador que dé las alegrías que estaba reportando esta instalación al centro.
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