Telefónica ha marcado una era de significativos recortes de personal en España, eliminando asombrosamente la mitad de su plantilla en los últimos nueve años. Un total de 15.000 empleos se han evaporado desde 2016, cuando el actual presidente, José María Álvarez-Pallete, tomó las riendas de la empresa.
El viaje de la corporación a través de este riguroso proceso de adelgazamiento ha sido marcado por la implementación repetida de Planes de Suspensión Individual (PSI). A lo largo de casi una década, estos planes han sido una constante, materializándose regularmente cada dos años. El último anunciado tiene como objetivo principal reducir la plantilla actual, apuntando a un total de 2.500 empleados que probablemente se acojan al mencionado plan antes de que concluya este año, según publica Vozpópuli.
En el epicentro de esta marea de reducciones, está la estrategia a largo plazo de Telefónica para ajustar y optimizar su fuerza laboral. Los empleados que han sido y serán afectados por estos planes, incluyendo el último PSI, son principalmente aquellos nacidos entre 1967 y 1968. Además, existen condiciones y criterios específicos que han permitido a otros empleados sumarse a estos planes de salida incentivada.
La empresa no ha escatimado en incentivos para aquellos que optan por acogerse a estos PSIs. Por ejemplo, en el plan de 2021, Telefónica ofreció hasta el "68% del salario", cubriendo también cuotas de la seguridad social y otros beneficios hasta que los empleados lleguen a su edad de jubilación.
Aunque estos movimientos han sido decididos y estructurados, el impacto financiero sobre Telefónica ha sido masivo. La asignación presupuestaria para llevar a cabo el último PSI asciende a "1.000 millones de euros", destaca Vozpópuli, una cifra que evidencia la escala y seriedad de estos esfuerzos de reestructuración.
Sin embargo, a pesar de la magnitud de estos recortes y reestructuraciones, la trayectoria financiera de Telefónica no ha navegado hacia aguas claramente más prósperas. Desde el inicio de esta fase de recortes en 2015, los ingresos de la compañía en España han oscilado, pero no han mostrado un crecimiento robusto o sostenido.
En un contexto más amplio, el panorama financiero de Telefónica a nivel global también ha enfrentado vientos en contra. Los ingresos globales de la compañía han sufrido, cayendo de "57.700 millones de euros" en 2015 a menos de "40.000 millones de euros" en tiempos recientes. Este descenso resalta los desafíos continuos y la presión que enfrenta Telefónica, incluso mientras intenta recalibrarse y navegar por el cambiante clima del sector de las telecomunicaciones.
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