Andalucía se va a quedar sin su mayor empresa de capital regional, Abengoa. Habrá que ver ahora, una vez que el grupo industrial y tecnológico enfila su paso a manos del gigante vasco Gestamp tras la gestión de Felipe Benjumea, quién asume esa distinción.
Si atendemos a esos dos criterios -capital andaluz y volumen de ventas- quizá sea sorprendentemente una cooperativa de distribución farmacéutica, la granadina Farmanova (en proceso de fusión con la sevillana Cecofar desde hace un año) quien lidere el ránking con 2.000 millones de ingresos. Recuerdos de la venta de Sevillana a Endesa, o Cruzcampo a Heineken, reviven ahora.
Una duda clave que surge tras conocer el acuerdo base de las familias propietarias de Abengoa (agrupadas en Inversión Corporativa, IC) y Gestamp (grupo no cotizado y dedicado a la fabricación de componentes de automoción, el acero y las renovables con ingresos de 7.000 millones) es quién lo propicia. ¿Los tres bancos con los que Abengoa había pactado la ampliación de capital de 650 millones hace un mes? ¿Es, sin embargo, el banco de negocios Lazard, que trabaja para Felipe Benjumea, quien trae a este grupo, y la banca acreedora da después su visto bueno?
Esto es relevante porque lo que ha quedado claro en las últimas semanas es que Benjumea se resiste a perder el control -ha seguido influyendo en la sombra en la gestión a través de sus peones, el presidente José Domínguez y el consejero delegado, Santiago Seage-. ¿Será Gestamp aliado de Felipe más que de la banca, y colaborará en el futuro que el presidente durante los últimos 25 años haya ideado?
Felipe intentará mantener el control de la actividad de ingeniería y construcción industrial. La que tiene valor -y que le dejó su padre y cofundador- tras el traspaso de la mayoría de activos industriales rentables a la Yield, que cotiza en EEUU. Se mantendrá como consejero -el único que tendrá IC desde 7 hace sólo un mes- y ha sacrificado la unión de 75 años de las familias fundadoras a cambio de un plan de futuro incierto. Y que deja a los 4.000 empleados en Sevilla en el alero. Quizá para este viaje, con itinierario por descubrir, no hacían falta tantas alforjas.
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