Patio de monipodio

Cuando el pueblo habla...

Durante cuarenta años los políticos del bipartidismo se han sentido respaldados por el voto, incluso cuando decidían lo más opuesto al interés de quienes...

Publicado: 30/04/2019 ·
11:05
· Actualizado: 30/04/2019 · 11:05
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Porque no hubo transición, el neo-facismo, o filo-fascismo, si se prefiere, nunca se había ido de España. Pero si lo del 2 de diciembre fue respetable por voluntad popular, lo de ayer, también. Pero ayer las urnas demostraron algo más: la mentira, la manipulación, el mensaje torcido de ideas retorcidas, la instigación al miedo, el discurso vacío, la incriminación gratuita, con el solo objetivo de infundir más miedo, y todo ello en ausencia de propuestas, de programa, ha fracasado. Desde la imposición de un cierre a las reformas, sin hacer cerrado antes toda la estructura del franquismo, desde la imposición del engaño de un bi-partidismo para dejar el Parlamento y los Ayuntamientos vacíos de debate, con la falacia de la “gobernabilidad”, se sabía que al final se les volvería en contra. Pero, como ocurrió a los corruptos, creyeron en la eternidad para sí mismos. Han querido dejar la democracia reducida a introducir una papeleta de voto en una urna, con las manos libres para deshacer más que hacer, sin tener en cuenta las cuentas que pediría el electorado. Las cuentas de las promesas hechas en expreso para la campaña, como reconoció cierto portavoz político no hace mucho.

“Demos Kracia” composición del griego, es literalmente, “Gobierno del Pueblo”. Democracia no es votar. No es sólo eso. Democracia es participar. Decidir. Si no se puede decidir en Asamblea, por cuestión de número, de cantidad, sí se puede por voluntad mayoritaria. Se hace en Suiza, donde todo se somete a referéndum, mientras en el extremo opuesto, España, se materializa el miedo supersticioso a consultar la voluntad de la gente. Algo debe tener el agua… Durante cuarenta años los políticos del bipartidismo se han sentido respaldados por el voto, incluso cuando decidían lo más opuesto al interés de quienes les habían elegido. Han presumido de “respaldo”, dando la espalda a quienes les “respaldaban”. Han pregonado su satisfacción por la apatía  general, causada por sus incumplimientos. “Si no van a votar, es que están de acuerdo con nosotros”. Dijo cierto responsable-irresponsable, sin que el color acudiera a sus mejillas. Habían conseguido aburrir. Y, cuando a votar sólo acuden los incondicionales, tienen seguro el puesto. Eso creyeron, tanto que sólo reaccionaron cuando hasta sus incondicionales empezaron a darles la espalda

El día 2 de diciembre unos sufrieron la consecuencia de cansar al electorado; otros encontraron el espacio, en manos de la opción menos democrática confesa. Se autotitularon “bloque constitucionalista”. “Constitucionalistas” de un solo artículo, desconocían los 154 existentes delante del suyo, los 12 posteriores, las disposiciones adicionales y la Declaración de Derechos Humano también parte de ella. Es posible que hoy empiece la democracia. Redujeron la democracia al derecho a votar, y el derecho ha sido ejercido. El 3 de diciembre no se lo podían creer. Unos, después de cuarenta años de incapacidad, de desinterés en mejorar la vida en Andalucía, cómodamente asentados en sus mayorías creídas eternas. Los otros también. Sólo diferenciados en la ubicación del despacho y en el “affaire” con que enriquecerse.

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