Patio de monipodio

Calificativos

Es lo de menos pero en el circo real se usan menos que en el político. ¿Será que el político es más imaginativo? Teresa lo califica de “Junta Militar”...

Es lo de menos pero en el circo real se usan menos que en el político. ¿Será que el político es más imaginativo? Teresa lo califica de “Junta Militar”. “La calle no le cree”… Juanma -“más de derecha que don Pelayo”, le acusa Maíllo-, tan mal gusto estético como ausencia de sinceridad, atribuye a Susana Díaz su propio problema. Mejor reconocer “ya no vendemos, no nos cree nadie”. Ambos están haciendo sitio a otros, a los nuevos, a quienes aún no han podido demostrar si son, o no, lo que el interesado circo que teme perder prebendas, pregona todos los días a través de sus subvencionadas huestes, con las lanzas apuntadas al otro lado del Atlántico. No, decididamente: han caído muy bajos en imaginación, han caído a su nivel de gestión. Han perdido la sal; el circo de verdad tiene más gracia.

Pues, para imaginación perdida la de Susana: el suyo es “un modelo de izquierdas”. ¿Habrá leído algo sobre la revolución francesa esta mujer? ¿Habrá leído algo? Menos mal que quien sólo aspira a “liderar la oposición a Rajoy”, no añadió “y defensa de Andalucía”. Ha sido prudente, no quiere responsabilizarse de las muertes por ataques de risa. Ha conseguido hacer temblar a Rajoy, eso sí: por fin sabemos la verdad, quiere darle la presidencia para “machacarlo” literalmente. Habría sido más rápido y, por eso, más económico, cambiar de mandamás. ¡Ah, no! el “mandamás” va a seguir siendo el mismo. Ellos no pueden oponerse al factótum, por eso juegan, con nosotros como bolitas de papel en un “trincarro”. ¡Buen palabro! Si pudieran hacer otra cosa no abrirían camino a emergentes de la iniciativa popular, ni al andalucismo.

Tanto como han trabajado para destruirlo y lo están reconstruyendo con sus torpezas, que no son torpezas, porque están obligados a morir en el intento de potenciar el mayor ascenso posible de la gran oligarquía, paralelo al mayor descenso posible de la mayoría

Segunda gran oportunidad para el nacionalismo andaluz, si lo sabe aprovechar. Un andalucismo reconstruido, independiente, honrado a ultranza, capaz de pasar con dignidad sin meter mano en la caja, ganará adeptos en la desalentada mayoría, cada vez menos silenciosa. Pero, para eso, el andalucismo político debe ir en sintonía consigo mismo, es decir, entre todos los grupos andalucistas, sin ni siquiera plantearse ningún tipo de unidad. Llevar una misma voz no supone una misma estrategia. Al contrario, debe adaptarse a los tiempos y al electorado, a quien es preceptivo ofrecer soluciones desde su propia perspectiva, es decir, debe cubrir las distintas sensibilidades. Un solo partido jamás podrá llenar las diversas formas de entender Andalucía. Sería un batiburrillo que daría imagen de indefinición. La gente todavía –lamentablemente- piensa en ideologías que, las más de las veces, ni conoce. Los partidos clásicos se dedican a simularlas en su lenguaje, para traicionarlas en su acción, lo cual es contraproducente en el tiempo, como se está viendo.

Un partido honrado busca un hueco, el que corresponda a su dinámica; y procura ir elevando el nivel formativo de los votantes. Porque sólo quienes tienen por principio engañar al pueblo temen a su elevación formativa e informativa

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