Concluye 2019, un año complicado que ha pasado “sin pena ni gloria” para los españoles, que a pesar de todas las vicisitudes vividas, nos deja en la misma situación que el pasado diciembre, esperando esos importantes cambios en nuestro país que fomenten esas oportunidades necesarias para superar las adversidades presentes, que seguimos afrontando a duras penas.
Este 2019 se marcha por la puerta de atrás sin objetivos claros y concretos, sin perspectivas viables y sin gobierno, que ya dice mucho de lo que nos espera. Las promesas y compromisos de nuestros mandatarios quedaron en las urnas, olvidadas y marcadas por el dolor, el hambre, la inseguridad y los miedos de quienes confiaban en un futuro mejor. Los ciudadanos de a pie volveremos el día 1 de enero a darnos de bruces con la cruda realidad, regresando al mismo sendero ajado e inseguro, comenzando un nuevo año pidiendo deseos vitales para seguir malviviendo con lo justo -los más afortunados- y con los bolsillos cada vez más vacíos.
Tenemos que asumir la realidad que nos ha tocado vivir, no se trata de que la aceptemos, pero es lo que nos queda, tomar conciencia de la realidad que nosotros mismos hemos permitido y encarar este controvertido futuro con nuestras propias cualidades, sin esperar que “otros” arreglen nuestras vidas. Ante este maltrecho panorama las oportunidades hay que fabricarlas, crearlas y tirar de nuestros propios recursos, de nuestras propias cualidades y confiar en nosotros mismos y en aquellas personas de nuestro entorno para superar estos tiempos confusos.
Sé que no es fácil, que cada piel es distinta, pero peores circunstancias hemos sufrido a lo largo de esta involución en casi todos los aspectos y hemos salido de ello. Os deseo que seáis felices en este próximo año, que logréis vuestros objetivos. Feliz 2020.
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