Está la sociedad preparada para admitir que una camiseta no debería costar nunca cinco euros? La respuesta es evidente si atendemos a la cantidad de rebajas, días especiales y oportunidades que hay a lo largo y ancho del calendario textil, y claro, nunca exentas de público.
Llegados a este punto en el que los grandes conglomerados de la moda súper producen sin ton ni son, incentivando a un consumismo desmedido, aparece una corriente cuyo objetivo es todo lo contrario; cumplir con una serie de criterios para que la prenda que compremos sea lo más sostenible posible. El slow fashion, o evitando anglicismos, la moda ética, basa su filosofía en producir de forma limitada, únicamente aquello que se conozca que se va a adquirir, utilizando tejidos orgánicos o reciclados, minimizar el impacto de la trazabilidad de la prenda, fabricando en el lugar de origen y siguiendo un modelo laboral justo.
Aunque no fue hasta el 2015 cuando comenzó a difundirse el término ‘moda sostenible’, esta corriente ha estado presente desde siempre, es decir, siempre ha habido artesanos que utilizaban materiales reciclados en sus producciones, como es el caso de la diseñadora Marina López, quien además es presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de España (AMSE).
En pleno centro de Jerez, se encuentra el taller de Marina López, la antítesis del fast fashion, de la industria convencional de la moda. Su especialidad es el upcycling, desmontar ropa que no se utiliza o tejidos antiguos y crear una nueva, aunque también utiliza tejidos orgánicos en sus colecciones, como el cáñamo o el algodón orgánico. Desde niña sintió esa inquietud por la moda, por la costura y por reciclar todo lo que se encontraba a su paso. Ahora, con sus prendas ayuda a concienciar a la sociedad para intentar revertir situaciones de injusticia en las industrias y contribuir a la mejora del medio ambiente.
“La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, sólo por detrás de la petrolera. No podemos continuar con el ritmo de consumo que llevamos. Las grandes empresas textiles están lavando su imagen, el ‘green washing’, gastan mucho dinero en marketing y publicidad para que parezca que la marca es sostenible, en lugar de invertir ese dinero en utilizar tejidos éticos o fabricar en el lugar de origen y no en Asia como es habitual. Cuando una prenda te cuesta tan barata, te cuesta cinco euros, es que alguien está pagando aquello que tú no costeas, en este caso la mano de obra barata con condiciones laborales deplorables”, afirma Marina López.
Aprender a leer etiquetas, esa es la tarea que recomienda la diseñadora, saber de qué está compuesta tu ropa y dónde se fabricó.
Nadie admitiría nunca, o al menos públicamente, que no quiere cuidar al planeta. Sin embargo, la gran paradoja llega cuando toca al bolsillo. Elegir entre pagar menos y que una prenda te dure una temporada, o invertir en una prenda que te dure diez años.
“Las prendas actuales que podemos encontrar en las grandes superficies tienen una pésima calidad , además que por la composición de sus fibras es difícil reciclarla a posterior, pero antes de adquirir cualquier prenda tenemos que tener en cuenta que el promedio de usos que se le va a dar es de siete puestas. En cambio la ropa hecha a conciencia nos puede durar años”, asegura López.
La moda sostenible está despuntando en España, tanto en ventas como en marcas, pero aún queda mucho camino por recorrer. Marina López confía en los jóvenes aunque el cliente de este sector es muy diverso, “son prendas atemporales, puedes encontrar chaquetas básicas negras, pero también zapatos o joyas sostenibles, por lo que hay para todos los gustos”.
Reciclar, reutilizar y darle valor a la ropa como filosofía de vida, así es el slow fashion.
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