"El exilio es la grieta insalvable producida por la fuerza de un ser humano, su lugar de nacimiento, entre el yo y su verdadero hogar, la desdicha existencial”. De este modo arranca Miguel Enrique López Scorzoni, conocido como ‘El chileno’, la introducción del libro ‘El exilio’, la segunda obra de su trilogía que dedica al viaje de ida y vuelta a Chile, adonde emigró su familia huyendo de la Dictadura franquista y de donde, años más tarde, tuvo que exiliarse de nuevo a España por la represión de la Dictadura de Pinochet.
Miguel López llegó a Jaén cuando el franquismo daba sus últimos coletazos y, desde entonces, siempre quiso reivindicar su propio origen y nunca perdió el interés por recuperar sus raíces chilenas. “Uno es exiliado definitivamente, porque ya ves que han pasado 41 años y sigo viviendo el día a día de Chile. La fractura ha sido profunda y, aunque alguna mañana cuando me desespero no me siento un exiliado, sí creo profundamente que el estado chileno tiene una deuda social con los que están fuera”, comenta ‘El chileno’ en esta obra que tiene mucho de autobiografía sentimental.
Un buen día Miguel López tuvo que emprender rumbo a España y dejar atrás sus recuerdos de la música del Quilapayún, de Violeta Parra, de Victor Jara, o los libros de Pablo Neruda, Gabriela Mistral o Mario Benedetti. “Llené el baúl con naftalina y sentencié: se acabó la autocompasión ni llorar con el recuerdo permanente de mi Chile”, resume López Scorzoni, de padre granadino y madre italiana. A muchos de esos iconos chilenos los recuerda ahora en este libro, de manera muy especial a Neruda, a quien evoca repartiendo caramelos a los niños como él.
‘El exilio’, que se presenta esta tarde a las 18,30 horas en el Aula de Cultura de la Diputación Provincial, es la segunda obra de la trilogía ‘Un libro en la maleta’ y ha sido coordinado por Lola Fontecha y cuenta con la edición gráfica de Juan Francisco Abán. Antes, el año pasado, vio la luz ‘198 días’, donde ‘El chileno’ relató su experiencia vivida en un campo de concentración vigilado por los militares del Ejército de Pinochet, que poco antes se habían sublevado contra Salvador Allende. Allí, en el campo de concentración de Chacabuco, la dictadura chilena encerró a cientos de jóvenes rebeldes en unas condiciones deplorables. Luego vivió la paradoja de verse arrestado en el Estado Nacional de Santiago de Chile, el mismo en el que él llegó a jugar como prometedor futbolista hasta los 21 años en la Segunda División chilena.
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