Hubo una papeleta que fue la que introdujeron en la urna electoral los españoles convocados a elecciones generales. La última vez -hace un mes- lo hicieron 24.365.851 españoles. Salió un resultado tozudo. Por tercera vez - generales de abril, europeas de mayo, generales de noviembre, si se cuentan las municipales y autonómicas, cinco veces - ganó el PSOE en todas las ocasiones en que el electorado ha sido consultado en esta año cargado de elecciones. Se acabó - en buena hora - la abstinencia que padeció España durante la dictadura.
La otra papeleta la tiene ante su mesa Pedro Sánchez, ahora con el encargo del rey Felipe VI, de formar gobierno en este país en funciones. En el actual desconcierto hay un mar de fondo que arranca de muy atrás. Tradicionalistas y progresistas. Liberales y absolutistas. Derechas e izquierdas. Partidarios de la España sagrada y seguidores de una España plural. Los que identifican el país en los términos de enemigos de España y los que están por superar lo que Menéndez Pidal explicaba como la España de la “mutua intransigencia”. Curiosamente Torra y Vox han sido los que peor han acogido la ronda de conversaciones que el presidente del Gobierno ha puesto en marcha tras su nominación real. La anterior legislatura corta Ciudadanos y PP bloquearon la posibilidad de un gobierno que el presidente quería en solitario del PSOE. Podemos también se opuso. La nueva situación de coalición exige más acompañamiento. De momento pocos colaboran, pero saldrá.
La novedad del presente es que la derecha ya no llama al PSOE por su nombre y sigla sino como “el Partido Socialista de Pedro Sánchez”. Es una manera de dar a entender que ellos sólo reconocen al partido socialista del exilio de Méjico y Toulouse (Francia) -para mantenerlo allí , si pudieran, como hicieron durante 40 años-. El de la transición democrática de Felipe González ahora lo asumen, pero tras haber gritado “¡Váyase Sr. González!” hasta la saciedad y conseguir desalojarlo del poder, tras la bien conocida conspiración. Al de Zapatero no lo tragan pues juntos salieron con frailes y obispos a la calle contra sus medidas sociales y de igualdad. Tampoco aceptan al PSOE actual. Pero es el PSOE, no hay otro. Con Franco o contra Franco, con ETA o contra ETA desvarían algunos que se vivía mejor. No hay páginas bastantes para la antología del disparate.
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