Mi principal problema con la actual Jefatura de Estado es que es hereditaria, asegura la comodidad económica de toda una familia hasta el grado que te puedas imaginar, se hereda y sirve como sostén a una aberración moderna de un calado incluso superior, quizá por ser menos visible, que es la de los títulos nobiliarios.
Es decir, mi problema es con la monarquía, con cualquiera, aunque tuviese un pasado impoluto. Pero en esto no creo que vayamos a pasar del enroque porque la mayoría de los monárquicos lo son por dos motivos: porque piensan que ser monárquico es de ser buen español, ya que en España hay monarquía, o porque piensan que no ser monárquico es de rojos, y como ellos odian a los rojos, pues tienen que ser monárquicos. Y deja de contar.
Lo que me gustaría es hablar de la Jefatura de Estado. El sentido es que haya un estamento más estable y menos voluble a los intereses partidistas y personalistas que el Gobierno, un estamento que tengan que dar su firma para leyes, indultos, el plácet de embajadores y cosas así. Algo con una capacidad de reacción más rápida que la del Tribunal Constitucional, porque ya vemos de qué ha servido que dicho tribunal declarase inconstitucional la amnistía fiscal de Montoro. Los evasores usaron nuestra Hacienda Pública para lavar dinero.
Yo sí creo que debe existir ese contrapoder, algo mucho menos descafeinado que el Defensor del Pueblo, empezando porque a este lo siguen eligiendo los políticos y terminando porque atribuciones tiene pocas y casi siempre a toro pasado. Yo creo que debe haber un estamento, y ojo que no digo una persona, que se encargue de velar porque un gobierno no nos traicione, no nos meta en una guerra ilegal, no firme indultos por motivos políticos, no desampare a su pueblo con una reforma constitucional que sirve a intereses extranjeros. Y creo que quien proponga un referéndum para abolir la monarquía, lo primero que debe expresar es si propone la figura de la Jefatura de Estado o no, y en caso de que sí, qué forma adoptaría.
Y ahora fijaos que aquellos que defienden la figura de la actual Jefatura de Estado no pueden señalar ni una sola vez, ni una maldita vez, en que se haya negado a firmar algo, en que haya intervenido para proteger los intereses del pueblo español. Estos que dicen necesitar al rey porque los políticos no están a la altura, no pueden localizar el momento en que el rey se enfrentó a algún gobierno, negó algo a algún presidente.
Creo que por tres veces se ha concedido el indulto a un grupo de mossos condenados por tortura. Tres veces que el antiguo rey firmó aquello. Al parecer, su único objetivo, la única circunstancia que haría que reaccionase su programación monárquica, sería que la soberanía territorial de España estuviese en peligro. ¿Para qué sirve entonces, para advertir que es el que manda en el ejército y que lo puede movilizar si en Cataluña hay un referéndum? Pues ese sería un acto no reconocido en la Constitución, una traición, vaya. Otro golpe de estado.
Por eso insisto en la necesidad de una propuesta sólida sobre una alternativa a la Jefatura de Estado, un contrapoder apartidista, patriótico y humanista, constitucionalista e intocable ante cualquier chantaje, que tuviese unas atribuciones claras. Un estamento, y recalco que en ningún caso he hablado de que se trate de una sola persona, a la que su programación le obligue a preocuparse por algo más que la soberanía territorial; no sé, la pobreza infantil, el tesoro público, la laicidad del Estado, el futuro de las pensiones, las injerencias de empresas extranjeras en nuestro país. Una Jefatura de Estado que sirva para algo más que el lucro, o ninguna.
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