Martes 5 de mayo. Los datos son 185 muertos en veinticuatro horas y un total de 25.613 fallecidos. Sigue siendo tremendo porque 185 no es una cifra , son 185 vidas más que hemos perdido. Y hemos perdido demasiado en este confinamiento, que no se nos olvide nunca. Estamos ya en el día cincuenta y dos y aunque hemos comenzado la fase 0 de desconfinamiento, y vemos que hay cosas que no cambian en España. Pedro Sánchez sigue con sus homilías, los Ministros se rectifican unos a otros. El Alcalde de Madrid demuestra que tiene mucha más talla que Díaz Ayuso. PSOE y Podemos mantienen su batalla larvada aunque gobiernen juntos. El PP se derechiza aún más para que Vox no le robe votos. Sálvame Deluxe sigue arrasando en audiencia. Esas cosas no cambian.
Pero , luego está la vida real, en las que los ciudadanos hemos sufrido cambios demasiado duros. El coronavirus nos noqueó porque no lo vimos venir y nos paró la vida porque éramos felices y no lo sabíamos. Y el bicho nos robó nuestra forma de ser y de estar en el mundo. Ahora, cuando esas frías cifras son menos malas que antes, vemos un poco de luz aunque sea a lo lejos y ya hablamos de cómo será la “nueva normalidad” que yo prefiero que sea solo normalidad, normalita.
¿Cómo será ¿¿ ¿Qué podremos recuperar y qué habremos perdido para siempre? Parece que, poco a poco, con el desconfinamiento lento y progresivo, iremos retomando nuestras vidas y, con ello, iremos reconquistando unas cuantas rutinas y costumbres. Pero también hay que dar por hecho que nuestro modo de vida va a sufrir cambios. Vamos hacia otra realidad. Días inciertos. Temores desatados.
Pero hay cosas, pocas, que el coronavirus no nos podrá quitar. Ni a tiros nos las va a quitar ese bicho.
Nos encanta la calle. Este fin de semana se ha comprobado. Y en las próximas semanas comprobaremos que también nos encanta reunirnos para comer y beber con familias y amigos.
Iremos con mascarillas y haremos cola para lavarnos las manos en el baño pero las tapas, los vinos y las cervecitas no nos la van a quitar ni con mascarillas. Juntarnos en mesas, en fiestas o sin fiestas, es nuestra cultura. Por eso, lo de permitir las reuniones de hasta diez personas a partir de la fase 1 es de las pocas decisiones buenas desde el comienzo de la crisis. Tendremos temores al principio, incomodidad pero, luego, nos iremos acostumbrando y será natural, o “normal”. Nos hará falta más espacio por la distancia social pero eso son minucias en medio del drama que estamos pasando. Solo tendremos que tener cuidado con los vecinos chivatos.
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